En el madrileño barrio de Chamberí, reside un inquilino muy especial: su nombre es Fayer (Calle Orfila, 7), un restaurante de cocina argentino-israelí que ha dado mucho que hablar por su excelente carta y sofisticado ambiente. “No es un restaurante fusión”, nos aclara el argentino Alejandro Pitashny –economista, financiero y hombre del Banco Rothschild en Argentina–, co-responsable junto al empresario Martín Loeb de este nuevo referente en la ciudad.
“Cada plato de Fayer tiene su propia identidad. Destacamos mucho la comida de cada nacionalidad. Por ejemplo, de la parte de Argentina, su excelente parrilla. Cosa que se nos da muy bien. Y de Israel, un poco de todo. La cocina israelí está muy de moda en todo el mundo, desde Nueva York a París. Es rica en sabores y saludable, es inigualable”.
La historia de Fayer (en yiddish, ‘fuego’) toma sus raíces en Argentina, donde Pitashny y Loeb se conocieron y abrieron su primer restaurante, de nombre homónimo, hace cinco años. “Invertimos exclusivamente como inversores, junto a otros dos ex socios que fueron los operadores del proyecto. Fue un absoluto fracaso”, nos cuenta en argentino, “Perdimos una inversión muy importante. Entonces Loeb y yo decidimos coger las riendas. Aprendimos sobre marcha pues no conocíamos mucho sobre el sector gastronómico y hostelero. Sí, como comensales pero desde el punto de vista operador es totalmente diferente”.
Mediante la infalible técnica del ensayo-error, los empresarios consiguieron transformar Fayer Buenos Aires en un absoluto éxito. Entonces decidieron ampliar el negocio, estableciendo su segunda base en Madrid. “Nos sorprendió mucho que no hubiera ningún restaurante de referencia israelí en la capital. Y por supuesto que se lo merece”, nos explica.
“Estamos muy contentos con el resultado. Creemos que esta ciudad es perfecta tanto por su clima meteorológico como financiero. Tiene un turismo mundial maravilloso y la clientela habitual es muy fiel. Además, y sin ánimo de meterme en política, figuras como la presidenta Isabel Díaz Ayuso –una mujer que me inspira mucho y que considero muy pragmática– favorecen a la capital. Recuerdo cuando ganó las elecciones y dijo: “Madrid está abierto para aquellos que quieran trabajar, invertir y vivir”. Considero que esa emoción se siente mucho en la capital”.
Pitashny aterrizó en España con la idea de darle forma al negocio a principios de 2020. Contactó con la interiorista Alejandra Pombo –responsable de los proyectos como el hotel Can Tres Formentera o el Vincci Posada del Patio en Madrid– para la decoración del restaurante. Después, con la consultoría gastronómica Ansón&Bonet para ultimar detalles. Fayer levantó la verja por primera vez el 9 de marzo de 2020. Sí, exactamente cuatro días antes de que el presidente Pedro Sánchez decretara el estado de alarma y un confinamiento obligatorio de un par de semanas que se dilató durante meses.
"Como estamos muy acostumbrados a que nos vaya muy mal en los inicios, nos lo tomamos con filosofía. Dijimos: ‘sigamos aprendiendo en España’. Fueron unos meses muy duros”, explica el empresario, que tuvo que gestionarlo todo desde su país con la ayuda de su “excelente equipo español”.Fayer reabrió en junio de 2020 y hace un par de meses celebraron “un año cargado de éxitos”.
¿Y cuál es el origen de ese boato? Pues como el alma de cualquier restaurante: su cocina, capitaneada por el chef argentino Mariano Muñoz. Su carta se divide en tres partes, además de los postres: mezze y tannur; de entrantes preparados al horno con las clásicas empanadas criollas o los tradicionales hummus, las ensaladas y guarniciones y por último, la parrilla.
Pitashny destaca su “extraordinaria lubina”, marinada con Zhoug, servida con gremolata de albahaca, tomates secos y alcaparras. También el ojo de bife (bistec) a la parrilla; de novillos de la pampa argentina alimentados a pastura. La escalivada Jatzil para los amantes de las verduras bien cocinadas y las exquisitas koftas de cordero (para los profanos, unas albóndigas típicas de Oriente Medio y los Balcanes, redondas o alargadas en pincho, muy especiadas hechas a la parrillas). Y por supuesto, uno de los más icónicos: el pastrón con hueso, un costillar de novillo especiado de 10 días de elaboración. Como cénit dulce, Pitashny nos recomienda la baklawa de almendra, pistacho y nueces, y los panqueques de dulce de leche argentino.
Para regar el festín, te recomendamos echarle un ojo a su carta de vinos argentinos y cócteles. Entre estos últimos, destacan los clásicos y el innovador Fayer Club; un sorbo cítrico compuesto por gin, ginger beer y un encurtido de frambuesas.
El ambiente del local corre por cuenta del cliente pues aquí, según el empresario, “le gusta a todo el mundo”. “Gente de todas las edades, formal e informal, ministros, políticos, diplomáticos, cineastas, escritores… conjugamos muy bien nuestros locales para que tengan un público muy variado”, nos explica. “No nos interesa ir a un lugar de moda, nos interesa estar en sitios y crear conceptos que perduren en el tiempo, dándole mucha alma a los lugares”.
Tras su asentamiento y acogida en la ciudad con Fayer, Pitashny y Loeb no han detenido la maquinaria. Actualmente, nos confiesa estar preparando otro proyecto gastronómico entre las calles de Orellana y Argensola. “Una nueva marca relacionada con el mundo del café. La idea es crear un local especializado en ello, con una carta de comida rápida y saludable”. El diseño del local, de nombre aún desconocido, lo coordinan con el estudio madrileño Burr –"moderno y vanguardista"– y espera poder abrir sus puertas el próximo mes de octubre. Hasta ese momento, podemos continuar disfrutando de Fayer en toda su esencia.
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