Ángela Molina, mucho más que ese oscuro objeto de deseo

Luis Buñuel dijo de ella que poseía “el rostro de una virgen pagana”, en cuyos ojos parecía “descender una escalera de caracol”. Bigas Luna la comparó con una ciruela madura. Manuel Vicent escribió que su belleza “te lleva a pensar en esas tanagras de barro con las que los alfareros de los litorales de Asia Menor representaban a las diosas de la fertilidad”. Vicente Molina Foix fantaseaba con ser “su hermano, su tío joven, incluso primo segundo o algo medianamente carnal suyo”. La obsesión de cineastas y escritores por definir a Ángela Molina (Madrid, 65 años) surge de la necesidad de darle sentido a los fenómenos inexplicables. Cuando Buñuel le puso título a la que sería su última película, Ese oscuro objeto de deseo, estaba, sin quererlo (o quizá queriendo), bautizando la imagen pública de su actriz. La campaña promocional de La portentosa vida del padre Vicente en 1978 sugería: “Si el padre Vicente lo hizo, ¿por qué no lo hace usted? Déjese tentar por la piel desnuda de Ángela Molina”. Pero ella no es solo un oscuro objeto de deseo. Ella es todas las mujeres.

Para empezar, es la hija de Antonio Molina, la estrella de la copla que le legó un título aristocrático en la cultura española. Luego fue hippie en Ibiza, donde conocería a su primera pareja, el fotógrafo Hervé Tirmarche. Después, musa de la Transición, lo que quiera que esto significara. Ángela también representó cómo el mundo veía a España: durante los ochenta trabajó varias veces en Italia (donde ganó el premio cinematográfico más importante, el David di Donatello), Alemania, Estados Unidos, Francia y México. Ella es la única persona española, junto a Berlanga, en haber presidido el Festival de Berlín. La musa de la Transición maduró hasta convertirse en la embajadora de la democracia, simbolizando aquella España que por fin empezaba a sentirse internacional. Sí, tenía una belleza lorquiana, pero vestíade Chanel. Allí estaba Ángela cuando Ridley Scott conmemoró aquel fastuoso 1992 español con la superproducción 1492: La conquista del paraíso.

Ángela Molina también es la celebrity. La que no tenía reparos en dar exclusivas durante los noventa. La que, cuando su hija Olivia llamaba llorando desde el colegio porque los paparazzi le hacían fotos en el recreo, le explicaba que “ellos se ganan la vida así”. Es la madre de cinco hijos, la primera la tuvo a los 25 y la quinta a los 47. Es la abuela de dos nietos. Es una señora orgullosa de sus canas que insiste en que teñírselas sería como ponerse un casco. Y una matriarca que disfruta cocinando porque le encanta “ver las caras de los demás cuando prueban mi puchero”.

Que Ángela Molina es todas las mujeres lo sabía hasta su padre. Tras verla actuar por primera vez, vaticinó: “Tú vas a hacer de puta, de monja, de tó”. Efectivamente, Ángela se enfundó los hábitos en la telecomedia Hermanas y se los quitó para interpretar a la señora Robinson de El graduado en teatro.

A partir del seis de marzo Ángela Molina también es un Goya de Honor. Ha estado nominada cinco veces, sin ganarlo, pero en su estantería sí están la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y el Premio Nacional de Cinematografía, que dedicó a sus padres por “hacer que no distinguiera la vida del amor, tampoco he aprendido a separar la vida del cine”.

De niña se dormía contemplando las bailarinas de Degas que decoraban la pared de su habitación. “Me servían para el sueño, tanto el real como el de ser artista”, recuerda. Un tiempo después su padre se la llevó de gira por París y, cuando visitaron el museo de Orsay, ella se puso a llorar al ver la obra original de Degas. “Entonces mi padre pronunció una frase que me ha guiado hasta hoy”, recuerda. “Qué feliz me hace que te haga llorar la belleza”.

Aunque ha llegado a la edad de la jubilación, no piensa jubilarse. Participa en Un asunto privado, la próxima serie de Bambú Producciones para Amazon Prime Video y tiene tres películas anunciadas. Todavía le quedan sueños por cumplir. Uno es retomar la música, queabandonó tras lanzar un disco en 1986, para “acabar por donde todo empezó”. Otro es sacar adelante un proyecto que su hermanoMiguel escribió en los noventa: una película sobre la vida de Antonio Molina. En los noventa Ángelafantaseaba con interpretar a su propia abuela o, si pasaba suficiente tiempo, a su bisabuela.

Durante las últimas cuatro décadas ha demostrado que es mucho más que aquel dichoso objeto de deseo. Solo la Academia de Cine acertó cuando la describió como “uno de esos milagros que ocurren de vez en cuando en el cine español”. A Ángela Molina no se la puede definir con palabras mundanas.

Nuestros periodistas recomiendan de manera independiente productos y servicios que puedes comprar o adquirir en Internet. Cada vez que compras a través de algunos enlaces añadidos en nuestros textos, Condenet Iberica S.L. puede recibir una comisión. Lee aquí nuestra política de afiliación.

Fuente: Leer Artículo Completo