Aitana Sánchez Gijón y una estación de tren abandonada: su último acto de amor por la cultura

Federico García Lorca creó La Barraca para llevar la cultura a todos los pueblos de España». Con esas palabras Aitana Sánchez Gijón, siempre pegada a los libros y la creación, animaba a sus seguidores a subirse «al tren de la cultura”. La iniciativa parte de Miguel Ángel Invarato, gestor cultural y cabeza pensante de Traductores del Viento,y su objetivo es convertir la estación de Bustarviejo (Madrid), hoy en desuso, en un lugar que acerque la literatura, el teatro o la música al medio rural y a la vez, sea un espacio de creación para artistas cerca de la naturaleza.

La pandemia detuvo sus planes, pero el 1 de mayo arranca por fin con una muestra abierta y gratuita que podrá visitarse todos los sábados del mes. Se titula “El viaje” y acoge actuaciones musicales, videoarte, fotografía y artes plásticas de hasta 23 artistas que viven en la zona (Didier Maes, Marta Mancusi o Bernat Armangué, entre otros) y expondrán en la misma sala donde hasta hace 10 años los pasajeros sacaban su billete y esperaban su convoy.

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Será la primera actividad de un lugar ubicado a 66 kilómetros de la Madrid, en plena Sierra Norte, al que también dio su apoyo el actor Alberto Ammann, que asegura que lo usará, cuando sea posible, para ir a preparar sus papeles en paz y tranquilidad. Otra de las madrinas del proyecto es Rozalén, pues la última ganadora del Goya a la mejor canción, siempre ha mostrado su preocupación porque los habitantes dezonas rurales puedan acceder a la cultura en igualdad del condiciones a los de las ciudades. “Es importante que llegue hasta aquí por justicia», dice ella en su vídeo y añade: «Porque no concibo la vida sin cultura. La cultura es el alimento del alma”.

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Si el lugar impactó a Rozalén, también fue por su historia. La que se esconde en el entorno, en sus vías, en los túneles y en las canteras. La estación de Bustarviejo se construyó entre los años 40 y 68, en gran medida con mano de obra sacada del Destacamento Penal del pueblo. Allí conocen esa instalación, aún en pie, como Los Barracones y una asociación los conserva y los enseña en visitas guiadas los primeros sábados de cada mes para que no se olvide que los reos republicanos fueron usados como mano de obra barata para crear la vía férrea que unió Madrid con Burgos.

La ley que aprobó la dictadura de Francisco Franco en 1938, el Decreto el Patronato de Redención de Penas por el Trabajo, lo permitía. Los abusos, sin embargo, no quedaban recogidos en las crónicas de la época, por eso en la que firma en La VanguardiaAlvaro Ruibal en 1965, sólo hablan campesinos de Ávila reconvertidos en operarios que «colocan diligentemente viales» a la altura de Bustarviejo.

Los testimonios de los represaliados se recogieron años más tarde, a partir de 2011, cuando cerró la estación, en España se aprobó la Ley de Memoria Histórica, y el entonces alcalde, José Manuel Fernández, firmó un acuerdo con arqueólogos de la Universidad Complutense de Madrid. Así se recuperaron escenas como la que relató Pedro Juárez,que creció en Bustarviejo viendo como en las obras del tren se ataba a los presos con cuerdas a las vagonetas llenas de piedras para que tiraran de ellas cuando las mulas ya no podían.

La ruta completa se acabó de construir en 1968. En 2011 dejó de funcionar, aunque según informaba hace unos días el periodista Alejandro Mata en El Confidencial, la línea sigue formando parte de la Red Ferroviaria de Interés General del Estado, el conjunto de vías que gestiona Adif, lo que significa que tiene estatus de interés público nacional y que “debería estar operativa y sujeta a mantenimiento en su totalidad”. Pero lo cierto es que, desde los años noventa, se fue dejando morir: un mayor uso del vehículo privado y una serie de accidentes que incliuyeron el descarrilamiento de un Talgo o el desprendimiento de un túnel la fueron haciendo deficitaria y nadie se encargó de cuidarla o darle otro uso.

De la mano de Invarato ha llegado su momento. Y para hacerlo, confiesa, el apoyo de los artistas ha sido fundamental pues el proyecto no cuenta con ninguna ayuda pública. «Súbete al tren de la cultura», por tanto, se ha ido levantando gracias al crowdfunding o a la subasta de artículos cedidos por Sánchez, Gijón, Rozalén, Ammann, Melani Olivares o Cayetana Guillén Cuervo, que han puesto su granito de arena para que empiece a ver la luz un espacio en el que además de ver, escuchar y crear, habrá sitio para hacer memoria, pues como escribió en Bodas de sangre el mismo Lorca, creemos «que el tiempo cura y que las paredes tapan, y no es verdad”.

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