QUÉ HA PASADO
• Maqueda desaparece tras encararse a Jean Pierre.
• Marta intenta reconciliarse con Ramón, su marido.
La marquesa explica a sus hijos que el hombre del pabellón es Jean Pierre, a quien conoce desde hace más de veinte años y que fue su amante: “Lo dejé al venir al pueblo para mantener el prestigio de nuestro apellido. Sabéis que vuestro padre era un maltratador, no voy a disculparme por esta relación”.
Cuando la señora se queda sola, el francés aparece y la felicita por cómo ha manejado la situación: “Me alegro de que no le hayas revelado a Adolfo su verdadero origen. Ahora que está casado con una Solozábal no debemos mentarlo”.
Mientras tanto, el joven insiste a su hermano en que el hijo que espera Marta es suyo: “Todo coincide, su marcha a Bilbao, su repentina boda… Y no me lo ha negado”. Tomás le aconseja que se ocupe de Rosa, que también está embarazada.
Y él, resignado, lo hace, pero a ella nada le parece suficiente. “A ti solo te importa mi hermana. Pues parece que mi cuñado no se lo está haciendo pasar mal”, le comenta para molestarlo. Y aunque ya no le explica más, Adolfo entiende el comentario y espera ansioso la llegada de Ramón.
Maqueda sigue desaparecido y Tomás, preocupado, registra su cuarto. Luego, pide al capitán Huertas que vaya verlo: “Creía que al capataz le había ocurrido algo malo, pero ahora pienso simplemente que se ha marchado porque falta una maleta y he encontrado un resguardo de la compra de un billete de tren”. Jean Pierre escucha detrás de la puerta y se alegra por lo bien que va su plan.
Francisca accede a que el doctor Clemente examine a Raimundo por el constante parpadeo que tiene y Emilia se lo agradece pues cree que su padre puede recuperarse. El médico no halla explicación al asunto y promete consultarlo con otros colegas.
En una nueva reunión de Los Arcángeles, la marquesa alienta al grupo a descubrirse y todos, salvo el líder, lo hacen. Más suerte tiene con su propuesta de atacar de nuevo para cortar las alas a la República. Señala a Alicia como objetivo y solo Tomás está en contra, pero calla.
Al mismo tiempo, en el ayuntamiento, Huertas aconseja a la alcaldesa que lleve escolta, sin embargo, ella se niega. Poco después, el pueblo se reúne allí para dar la bienvenida a Urrutia, que ha quedado libre gracias a la amnistía
Ramón, que no deja de pensar en las continuas disputas que tiene con su esposa, regresa a La Casona y se encuentra con Adolfo, que lo acorrala: “Dime si estás maltratando a Marta”. Cuando le exige que no se entrometa en su matrimonio e intenta marchar, De los Visos lo golpea. Él, entonces, pierde el control y le asegura que se arrepentirá: “Tú y ella vais a pagar por vuestra traición”.
Aunque lo intenta, Adolfo no logra esquivar ninguno de los puñetazos de su rival, que se mofa de él: “Te defiendes peor que mi esposa”.
Cuando ya lo tiene en el suelo, llega Marta, y le grita que pare: “¡Debería darte vergüenza!”.
Él se marcha no sin antes dejar clara su postura: “A ti es a quien debería darte, que lo defiendes a él en vez de a tu marido”. Mientras, Rosa socorre a su esposo, que insiste en decir que está bien.
Al enterarse de lo ocurrido, Solozábal les exige una explicación pero ninguno se la da. Otro problema acucia al señor y se lo revela a Pablo: “Las empresas de Bilbao tienen pérdidas y temo poner en peligro la de aquí si las ayudo con nuestros ahorros”.
Terminada la jornada en el ayuntamiento, Alicia regresa a casa y es atacada por dos hombres en nombre de Dios, la patria y el rey.
Después de la pelea entre su marido y su cuñado, Rosa tiene otro arrebato y desaparece. Horas después, se disculpa y asegura que no volverá a hacerlo. A solas con su hermana, Marta intenta hablarle pero ella la frena. “Voy a acabar con todo lo que me impide ser feliz”, le asegura mientras acaricia unas tijeras.
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