En esta era ‘healthy’, donde el deporte más que algo saludable, se ha convertido en una obligación y un sinónimo del postureo, sigue habiendo gente a la que eso de pasarse horas y horas haciendo cardio, HIIT o pegado a la esterilla no le supone atractivo. Vaya, la gente que siempre ha odiado el deporte. Esto no quiere decir, querida lectora que no tengas que moverte; hay muchas maneras de ejercitarnos. Dar largas caminatas todos los días, elegir una disciplina que nos guste, como por ejemplo el baile o practicar yoga si disfrutamos de ellos ya contaría como ejercicio físico.
El problema es que en el mundo 2.0 en el que vivimos, convertirnos en seres ‘fit’ ha evolucionado en casi una obligación. Pero no lo es: lo cierto es que si no te gusta el deporte, no te gusta. Es totalmente aceptable que no guardes cada directo de ‘full body’ en Instagram o que no tengas pesas y mil mallas en casa. Ahora que el calor llega, la cuarentena ha hecho estragos en nuestro peso y queremos vernos algo mejor, ponernos a dieta se presenta como la única salida (o más bien entrada) para entrar en nuestros vaqueros favoritos. Y las dietas incluyen en su gran mayoría muchísimo ejercicio físico, algo que no es para todos.
Todd Parker, fisiólogo y especialista en fortalecimiento y acondicinamiento, asegura en el libro ‘La guía de nutrición deportiva’ que «la pérdida de peso se debe generalmente entre el 75-80% a la dieta, y solo entre el 20-25% al ejercicio.» Por lo que la clave de la pérdida de peso está en la alimentación y no tanto en el deporte. Únicamente estamos hablando de números en la báscula. En el caso de que quisieras ganar músculo o tonificar tu silueta el deporte sería imprescindible. Pero si lo que quieres es adelgazar sin convertirte en VIP en el gym y con una dieta equilibrada, hay algunas pautas que puedes seguir y que no están centradas en pasarte tres horas al día haciendo spinning, como dictan algunas de las últimas disciplinas más de moda.
Haz caso a los nutricionistas: desayuna como un rey
El dicho lo resume: «desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo». Un desayuno abundante te mantendrá saciado hasta la hora de la comida, te alejará de los picoteos y además, si incluyes huevo te ayudará a adelgazar (en el link te contamos por qué). El cuerpo asimismo pasa por diferentes etapas metabólicas a lo largo del día, por lo que una rebanada de pan tendrá menos efecto en la glucosa en el desayuno que en la cena. También influye la actividad física que se hace durante el día, que te ayuda a quemas esas calorías del desayuno.
Come si tienes hambre, no por aburrimiento
En los últimos años hemos escuchado mucho las bondades del ‘mindful eating’ es decir, poner consciencia en los alimentos que ingerimos. Debemos distinguir entre el hambre emocional y el hambre físico, entender qué comemos, qué alimentos nos sientan mejor, nos sientan peor…
Olvídate de los 5 venenos blancos
Los «cinco venenos blancos», según los expertos son los enemigos de la dieta: la sal refinada, la leche pasteurizada, la harina, el arroz y el azúcar blanco son alimentos que no deberíamos comer en el día a día. Sustituimos la sal por especias, la leche por bebidas vegetales, el arroz por quinoa y el azúcar por edulcorantes naturales como los dátiles.
Deporte sí, pero tampoco 24/7
Dar caminatas largas, paseos por la playa, nadar en el mar o bailar puede convertirse en excusas para hacer algo de ejercicio sin caer en las redes del fitness excesivo. Lo importante es que te muevas, tengas una alimentación sana donde no estén presentes los ultraprocesados y goces de hábitos saludables. Así perderás peso, y lo más importante, te sentirás mejor.
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