Una de las grandes triunfadoras de los Premios Goya, celebrados en Málaga el pasado sábado, fue ‘Dolor y gloria’ (consulta la lista con todos los ganadores), la última cinta de un Pedro Almodóvar que confió en Antonio Banderas para construir un personaje que no era otra cosa que un retrato del director manchego. Lo bordó. Tanto, que no solo el cineasta quedó contento, sino que, además, le valió el ‘cabezón’ en la categoría de mejor actroz principal.
Salvador Mallo, el personaje al que da vida, muestra las debilidades de un Almodóvar que, en su día a día, va soportando varios achaques lógicos de la edad que tiene. Pedro, que el pasado septiembre cumple 70 años, tiene los mismos dolores de espalda que padece el personaje de su úñtima obra, pero no es lo único.
Desde hace años, es difícil verle sin esas gafas de sol de las que se protege de una claridad que le produce grandes dolores de cabeza y migrañas insoportables, también mostradas en esa película que ha servido para acercar, más de lo que se pudiera pensar, al genio a su público.
No es lo único. De un tiempo a esta parte, Almodóvar utiliza un sonotone para hacer frente a sus problemas de audición. Eso sí, es transparente para que pase lo más desapaercibido posible en los eventos públicos a los que acude. Cada vez menos, precisamente por todas estas dolencias que, por separado pueden no parecer gran cosa, pero que en conjunto son un incordio.
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