Lejos de atajar el tema de forma directa, Taylor Swift dejó el drama aparcado en los AMAs y apostó por hacer su mayor declaración de intenciones a través de sus actuaciones y una camisa con un mensaje muy obvio.
La artista recibía este domingo el premio a la Artista de la Década en los American Music Awards después de un par de semanas en los que su actuación fue puesta en duda. El pasado 15 de noviembre, la cantante acusó a los dirigentes del sello discográfico Big Machine Records de querer impedir que Swift interpretara las canciones de sus seis primeros álbumes, haciendo muy difícil que la artista pudiera hacer un popurrí de sus mayores éxitos sobre el escenario de los AMAs.
La guerra entre Swift y Big Machine se remonta al pasado julio, cuando el manager Scooter Braun compró el sello discográfico Big Machine Records, dirigido por Scott Borchetta. Swift explicó entonces que Big Machine tiene los derechos de las copias maestras de sus seis primeros álbumes. Es decir, que la discográfica saca dividendos de las grabaciones que Swift hizo de sus seis primeros discos. El séptimo que estrenó en agosto lo publicó con Republic Records. Los derechos que sí controla Swift son los de las letras y las composiciones de sus canciones, pero para poder cantar en los AMAs necesitaba una autorización de Big Machine que la discográfica acabó firmando hace unos días, quizá a raíz de la presión mediática que generó Swift con sus alegaciones.
"El último año de mi vida ha tenido algunos de los momentos más increíbles, pero también he pasado por algunos de los momentos más difíciles de mi vida. Y no muchos de ellos han sido públicos", dijo Swift en el escenario al recibir otro premio, el de Artista del Año. Es la única referencia indirecta que hizo a su actual disputa legal con Braun y Borchetta, aunque sus fans tuvieron muy claro el otro mensaje que sí envió Swift en su actuación.
Poco antes de recibir sus dos galardones importantes, la cantante salió al escenario ataviada en una camisa blanca en la que estaban escritos los títulos de esos seis primeros álbumes: "Taylor Swift", "Fearless", "Speak Now", "Red", "1989" y "Reputation". De forma notable, el séptimo que estrenó con Republic este verano ("Lover") no estaba incluido en la camisa. Los colores blanco y negro del conjunto tampoco pasaron desapercibidos: "Taylor Swift llevando una camisa con el trabajo de su vida impreso en ella para que parezca una fotografía para la ficha policial porque tienen [a sus álbumes] prisioneros".
Swift se acompañó en el escenario de varias niñas y adolescentes que también lucieron la misma camisa, dejando claro que la lucha por recuperar los derechos de su trabajo es una batalla para ayudar a que futuros artistas no pasen por lo mismo que ella dice estar pasando. Es algo que Swift dijo hace poco más de una semana en las declaraciones en las que acusaba de "control tiránico" a Braun y Borchetta: "Creo profundamente que compartir lo que me está pasando puede cambiar el nivel de concienciación en otros artistas y potencialmente les ayudará a evitar un destino parecido. El mensaje que me han enviado a mí es muy claro. Básicamente, sé una niñita buena y cállate o serás castigada. Esto está MAL. Ninguno de estos hombres puso una mano en la escritura de esas canciones. No hicieron nada para crear la relación que tengo con mis fans, así que aquí es cuando os pido ayuda".
En el resto de la actuación, Swift cantó algunos de sus temas más conocidos como "Blank Space" y "Shake It Off" y se ayudó de dos amigas para apuntalar su momento en el escenario: Camila Cabello y Halsey. La cantante finiquitó la noche con dos discursos en lo que sí quiso dejar un mensaje a amigos y familiares, pero sobre todo a los fans que la han apoyado hasta ahora: "Todo lo que importa a mí son los recuerdos que he tenido con vosotros, los fans, a lo largo de los años".
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