Era 2012 y, por aquel entonces, Meghan Makle, lejos de estar en la posición en la que hoy se encuentra, como esposa del príncipe Harry, era conocida por dar vida a Rachel Zane en ‘Suits’, la serie que la catapultó a la fama. La actriz se prestó a formar parte de una campaña para hacer frente al racismo en Estados Unidos y, ahora, tras el asesinato de George Floyd (las palabras de la madre de la hija a la que ha dejado huérfana) y con esta lucha más de actualidad que nunca, ese vídeo se ha rescatado y se ha hecho viral en las redes sociales.
«Me llamo Meghan Markle y estoy aquí porque creo que es una campaña muy importante de la que formar parte. Para mí, creo que es algo muy personal. Soy biracial, la mayoría de la gente no puede decir con qué estoy mezclada y gran parte de mi vida me he sentido como una mosca en la pared», comienza la hoy duquesa de Sussex, luciendo una camiseta en la que se lee ‘no toleraré el racismo’.
Gran parte de mi vida me he sentido como una mosca en la pared»
«Algunas de las calumnias que he escuchado o los chistes realmente ofensivos, o los nombres, me han golpeado de una manera muy fuerteHace un par de años oí a alguien llamar a mi madre con la palabra con ‘N’ (‘nigger’, el término usado para referirse en EE.UU. de manera despectiva a la población afroamericada», continúa, evidenciando que Doria Ragland, su madre, también ha sufrido esta lacra.
«Estoy muy orgullosa de la herencia que tengo por ambas partes. Pero sí, espero que para cuando tenga hijos la gente tenga la mente más abierta a cómo están cambiando las cosas y que de lo que se trata es de tener un mundo multirracial. Eso sin duda lo hace mucho más hermoso e interesante», se escucha decir a una Meghan que, desde que entró en la casa real inglesa, no ha dudado en reivindicar el color de su piel cuando así ha procedido.
«Así que creo que para mí, más allá de estar personalmente afectada por el racismo, es solo para ver el paisaje de lo que es nuestro país ahora mismo, y querer que las cosas sean mejores«, termina con ese deseo que, ocho después, comprobamos cómo no solo no se ha cumplido, sino que seguimos envueltos en los mismos fallos del ser humano.
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