La paradoja es enorme: el sistema de la moda que hoy está patas arriba debido a las acusaciones de racismo y la falta de diversidad, se fascinó con las modelos negras en la década de los años 70. Por aquella época, en París todas las firmas se peleaban por contar con las grandes estrellas de piel oscura del modelaje. Shailah Edmons, de 71 años, ha recordado en «The New York Times» aquella época de explosión de la diversidad en la capital mundial de la moda (no en Estados Unidos, donde la postergación siempre fue importante): Yves Saint Laurent, Givenchy, Balmain y Dior hicieron desfilar a las modelos negras más importantes de la época. «Les fascinábamos»; ha recordado Edmons. «Éramos un poco más altas. Nos sentíamos un poco más fabulosas. Teníamos más ritmo. Las modelos blancas no podían con nosotras y eso les enfurecía». De hecho, cuenta que un grupo de modelos italianas celosas de su éxito llamaban a la policía para que no pudieran desfilar: la mayoría de las modelos estadounidenses no tenía visado de trabajo en Europa.
Durante la siguiente década, los vibrantes años 80, todavía seguimos viendo una gran diversidad en las pasarelas, con modelos de bellezas muy distintas y estilos variados. Sin embargo, poco a poco esa riqueza se fue perdiendo hasta llegar a unas pasarelas monopolizadas por un solo tipo de mujer: la belleza rubia y de ojos azules típicamente del este. Los expertos aluden a la búsqueda de una especie de ‘neutralidad’ que sirve al mismo propósito: desdibujar a las modelos y resaltar el producto (la ropa y los accesorios). Además, la globalización de los mercados hizo que se buscara el tipo de mujer con la que podía identificarse también un comprador asiático, y ese volvió a ser la modelo blanca.
Por suerte, nos quedan los editoriales de las revistas para constatar que cuando la moda se centró más en la creatividad que en el negocio, la diversidad funcionó sin necesidad de políticas positivas. Pat Cleveland (sobre estas líneas) fue una de las modelos que triunfó en París y en el Studio 54, aunque su inicio en la moda fue de lo más canónico: la fichó una periodista de moda en el metro mientras se dirigía al colegio. Eileen Ford, la fundadora de la prestigiosa agencia, le dijo que su color de piel le impediría triunfar en el mundo de la moda, pero teminó siendo musa de muchos diseñadores y fotógrafos: Karl Lagerfeld, Halston, Valentino, Óscar de la Renta, Christian Dior, Guy Bourdin, Richard Avedon, Andy Warhol… Incluso llegó a posar para Salvador Dalí.
La primera portada que una revista dedicó a una modelo negra la protagonizó ella: Naomi Sims (en la foto sobre estas líneas). Fue en 1968 y en «Ladies’ Home Journal» y fue un indicativo de que el racismo que hasta entonces se manifestaba abiertamente en la sociedad estadounidenses comenzaba a ceder. De hecho, Sims tuvo muchos problemas para encontrar agencia (la rechazaban por tener un color de piel «demasiado oscuro»), de forma que era ella misma la que llamaba a los fotógrafos y las publicaciones para conseguir castings. Así logró uno de sus editoriales más famosos, en el suplemento de moda de «The New York Times» en 1967. Tras dejar la moda, se convirtió en multimillonaria gracias a su firma de extensiones y pelucas. «Pero ella fue la primera», dijo Halston en 1974. «Ella rompió todas las barreras sociales para las modelos negras».
Beverly Johnson también fue una pionera: fue la primera mujer negra que apareció en la portada de la edición estadounidense de la revista «Vogue», en 1974, y también en la edición francesa de la revista «Elle», en 1975. Tuvo la inteligencia de saltar de la moda al mundo del showbusiness, y se convirtió en cantante y actriz, además de aparecer frecuentemente en distintos programas de televisión. Hoy continúa siendo una de las modelos pioneras que aparecen frecuentemente en los medios de comunicación y tiene una hija,Anansa Sims, que ha seguido sus pasos.
La carrera de Imán despegó en 1975, después de que el fotógrafo recientemente fallecido Peter Beard la descubriera en las calles de Kenia. tenía solo 20 años y era una refugiada somalí que estudiaba ciencias políticas en la universidad. No tenía ni idea de moda, pero el primer trabajo que consiguió con Beard le hizo ganar 8.000 dólares, el precio de su matrícula universitaria. Al año siguiente comenzó a aparecer en las revistas importantes y llamó la atención de Yves Saint Laurent, quien la calificó como «una mujer de ensueño». Al dejar la moda, se convirtió en empresaria y filántropa, además de en la esposa y musa del cantante David Bowie.
Billie Blair hizo historia al formar parte del famosa desfile ‘La batalla de Versalles’ de 1973, en la que ‘se enfrentaron’ diseñadores estadounidenses contra diseñadores franceses. En el grupo de modelos estadounidenses que defendieron las creaciones de los modistos de su país se incluyó a diez tops negras, entre ellas Beverly Johnson, Imán, Pat Cleveland y Billie Blair, que siempre destacó por su fuerte personalidad. En aquellos años, Halston dijo de ella: «Billie es más una estrella que una modelo: adoro su manera de caminar, su fantástico cuerpo y su interpretación dramática».
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