Por qué la guerra que está desatando el documental de Rocío Carrasco debería cambiar para siempre cómo trabaja la prensa rosa y los programas de corazón

El documental ha desatado una guerra, y no nos referimos a la que lleva enfrentando a Rocío Carrasco y Antonio David Flores desde hace más de dos décadas. Lo avanzaban los propios responsables de La fábrica de la tele, la productora responsable de ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’, en el estreno de la serie documental: los grandes damnificados de la denuncia de la hija de Rocío Jurado, además de los ya enfrentados judicialmente, iban a ser los medios de comunicación, los periodistas del corazón y la prensa rosa en general.

Efectivamente: el relato de Rocío ha destapado prácticas tóxicas, falta de ética y métodos poco profesionales a la hora de elaborar las informaciones. Denuncias que no se admiten a trámite pero que justifican portadas de revista (los presuntos malos tratos de Fidel Albiac a Rocío Carrasco); acusaciones que no se contrastan con las partes; montajes con fotógrafos que venden las historias a las revistas del corazón.

Desafortunadamente, estas prácticas tóxicas no solo afectan a la prensa rosa, sino que pueden utilizarse como desesperada estrategia para conseguir viralidad en cualquier medio de comunicación. Lo hemos visto esta misma semana con la publicación de una información que asegura que Rocío Carrasco no intentó suicidarse, a pesar de que los partes médicos dicen lo contrario. De nuevo, la posibilidad de desacreditar a una víctima de violencia machista y de lograr audiencia pesa más. Jorge Javier Vázquez ha tenido que desmentir esta información en su ‘prime time’.

“En algunos medios se ha dudado sobre el intento de suicidio de Rocío Carrasco asegurando que no existe ningún documento oficial que lo afirme y que Rocío Carrasco únicamente se habría tomado tres pastillas. Es decir: se pretendía echar por tierra el testimonio de Rocío Carrasco, que es algo que desde algunos medios se está intentando hacer desde que se estrenó el documental. Lo que me está costando cada vez más de esta profesión es que dudemos de aquellos productos que no hacemos, pero esta es otra línea de debate. Pese a lo que digan algunos medios, existe el documento oficial, existe el parte médico del intento de suicidio de Rocío Carrasco. Que no les engañen, por favor. No es que se intentara suicidar con tres pastillas. Es que se tomó tres tipos de pastillas: 32 pastillas en total«.

Pilar Vidal, jefa de la sección ‘Gente’ del diario ABC, propone una hipótesis más que interesante para entender por qué un testimonio documentado como el que está ofreciendo Rocío Carrasco parece no tener credibilidad. «Antes también se destapaban muchas cosas, también había escándalos, pero las informaciones se cuidaban muchísimo. Pero parece que el público se ha acostumbrado a todo lo contrario y no está captando bien lo que significa un testimonio documentado. Por eso, lo que está documentado no les parece verdadero. Es increíble que tengamos que hacer público un informe médico de un intento de suicidio porque un medio insinúa que la víctima no se intentó suicidar». Por este motivo, no tiene mucha fe en que la industria del corazón vaya a hacer autocrítica a raíz del documental de Rocío Carrasco. «Dudo de ese cambio, la verdad».

«Al final esto es un negocio y el espectáculo es dinero», continúa Pilar Vidal. «Es muy, muy difícil renunciar al beneficio a cambio de ser ejemplarizante. Es una utopía. La propia cadena que emite este documental y está tratando de hacer el esfuerzo de no cometer errores emite programas en los que no se implementa la misma política y se continúa con el ‘modus operandi’ de siempre: tergiversaciones, búsqueda del titular fácil, ataques a la víctima, revictimización, provocaciones…». El caso de Rocío Carrasco es el que nos ocupa ahora, pero Vidal tiene presentes muchos otros.

«Es cierto que el suyo es un caso sangrante, pero recuerdo conflictos muy fuertes en la familia Thyssen que también han generado noticias terribles. A Blanca Cuesta, la mujer de Borja Thyssen, la han acusado de estar liada con el guardaespaldas, han dicho que era una cazafortunas, que su suegra no la quería… Lydia Bosch denunció un caso muy grave y tampoco se le dio credibilidad: como los medios solo accedieron a una versión de aquella denuncia, se le machacó».

Vidal distingue la información veraz «del corrillo y el chismorreo»: «No podemos dar por válido un testimonio que no esté contrastado o documentado. Sin la versión de las dos partes conviertes un bulo o una opinión personal en verdad absoluta«. También denuncia el intrusismo que no se permite en el periodismo político, económico o cultural, pero sí en la crónica social.

«No existe ningún medio en este país que no ofrezca contenido rosa: es lo que más audiencia les da. Por eso tendríamos que darle a este tipo de periodismo la categoría que debería tener. No veo que ningún ganador de ‘realities’ hable en las tertulias políticas. Sin embargo, en los programas del corazón ya no se distinguen periodistas de colaboradores, cotillas y viejas del visillo. ¿Cómo puedes exigirle deontología profesional a una persona que no ha terminado la educación secundaria, no sabe lo que significa contrastar ni cuándo puede estar cometiendo un delito al comentar determinadas cosas? Hoy en muchos medios hay gente que se inventa las informaciones y les da exactamente igual».

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El panorama, ahora o después del documental de Rocío Carrasco que destapa la publicación de mentiras y montajes, no tiene visos de cambiar: la prensa rosa tiene todas las papeletas para discurrir por los mismos derroteros que ha sufrido la hija de la Jurado. Para Pilar Vidal, «el dinero ha cegado a toda la industria. Por dinero se ha hecho de todo. Y la demanda no para de crecer. La industria pide tantas revisas del corazón, tantas tertulias, tantos programas, tantas horas de emisión, que termina siendo necesario inventar contenido, porque no hay suficiente. La demanda es superior a la oferta y la oferta se inventa. Y cualquiera vale para hacerlo. La primera persona que pase por la calle y diga que es vecina o prima de aquel o aquella es un testimonio». Eso sí: nada es para siempre.

«Yo sí creo que estamos en peligro de extinción«, concluye Pilar Vidal. «Las personas que tienen cosas que contar y vidas interesantes ya no quieren salir en los medios, así que nos hemos quedado con los que inventan su vida para generar contenido. Ya nos está pasando que no tenemos a quien sacar».

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