En la dantesca ‘El club secreto de los no herederos’, que Disney+ ha estrenado para convertir a las familias reales en dinastías de superhéroes dispuestos a salvar el mundo y restablecer el orden con sus poderes (no deja ser irónico ese planteamiento en un país, Estados Unidos, cuyo sistema político es una república), los guionistas se marcan un ‘gag’ en el que se muestra una galería de fotos de ‘agentes secretos reales’ que más han hecho por esa orden misteriosa: uno de ellos no es otro que el príncipe Harry.
De pasado turbulento y presente polémico desde su boda con la actriz Meghan Markle, Harry ha sentado la cabeza sentimental al tiempo que se ha desvinculado de Buckinhgham Palace y dado el salto al Nuevo Mundo para romper unas reglas que ni su madre, Lady Di, se había atrevido a dar con relación a los medios de comunicación: el matrimonio de ex ‘royals’ ha firmado un acuerdo con Netflix.
Estos días se hablaba de que en sus planes entraba convertir su vida en un ‘reality’. Ni John De Mol imaginó, allá por el año 1994, cuando creó el formato ‘Gran Hermano’, que su idea acabaría así. Aunque ni Harry ni Meghan estarían encerrados en Guadalix, ante el escándalo por la noticia, la pareja ha tenido que desmentirla y negar, mediante un representante, que las cámaras vayan a entrar en su mansión en Montecito, California, valorada en 13 millones de euros (una ganga: les ha costado la mitad de lo que valía su residencia en Canadá). Así pues, no habrá ‘reality’ de los Sussex.
Y eso que solo las imágenes del interior de su residencia ya valdrían el contrato con la plataforma. Es lógico que no lo hagan, porque de dar el paso, sería una paradoja, ya que Harry anunció que dejaba de ser ‘royal’ para proteger a Meghan de la sobreexposición y no para acabar abrazando la fama plebeya de la tele, que da más dinero con menos compromisos, y además, abriría la veda para los ‘royal realities’. Lo que nos faltaba.
A ver si me ayudan
En serio, necesito que me ayuden porque no lo entiendo… Esta semana, Antena 3 apostó por un nuevo cambio en la programación de su serie estrella/revelación, ‘Mujer’: la cadena ‘amputó’ el final del capítulo para acabar más temprano, de manera que dejó de sumar ’share’ del ‘late night’ para presumir de media de espectadores.
Les funcionó el invento, así que pudieron presumir de contar con dos millones de espectadores el pasado lunes. Ese final pasó a convertirse en el arranque de la emisión del martes, fidelizando a su audiencia (suponemos).
Pero esta nueva política de programación revela que, en semanas anteriores, muchos se fueron a la cama sin saber cómo terminaba el capítulo… Y a pesar de todo, siguieron enganchados a la serie, aunque no tuvieran muy claro qué había sucedido en la entrega anterior.
Y esto, como diría Esperanza Gracia, me perturba: ¿Cómo sigue uno una serie de la que solo ve medio capítulo al día porque se duerme antes de que termine su emisión? ¿Tienen las tramas de ‘Mujer’ un efecto placebo que hacen que, en realidad, todo pase para que todo siga igual? ¿Es precisamente ésta la razón de su éxito?
Porque uno pensaba que eso podía suceder en series como ‘Aquí no hay quien viva’ o ‘La que se avecina’, por su estructura de ‘sketches’ casi de tebeo, que uno veía sin necesidad de saber de dónde venían o adónde iban. Pero se ve que hay culebrones que han perfeccionado la técnica. Estos turcos, no solo implantan pelo, también nos lo toman a gusto y se quedan tan anchos.
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