Durante los doce días que ha durado las vacaciones de los reyes Felipe VI y Letizia en el palacio de Marivent, dos preguntas han sobrevolado sus apariciones públicas. ¿Dónde está don Juan Carlos? Y ¿qué ocurre con doña Sofía? Resuelta el lunes la primera incógnita por el comunicado de Casa Real que confirmó la estancia del rey emérito en Emiratos Árabes Unidos, este martes los reyes y sus hijas regresaron al palacio de La Zarzuela sin que se hayan tenido nuevas noticias de la madre de Felipe VI, desaparecida de escena desde que el pasado 5 de agosto fue fotografiada a la salida de un centro comercial del centro de Palma.
Todo el mundo había dado por hecho que la reina Sofía se uniría a los reyes en alguno de sus actos oficiales en Mallorca. O al menos, que realizaría alguna salida junto a la princesa Leonor y la infanta Sofía, como era habitual que hiciera durante los últimos años. Así, a estas alturas del verano en 2019 la habíamos visto junto a doña Letizia y sus dos nietas pequeñas en un cine de Palma, en el Auditorium disfrutando del ballet El Lago de los Cisnes, en el mercadillo de los domingos de Pollensa, y en una cena en el restante Ola de Mar del Portixol a la que también se unió Felipe VI. Lo mismo ocurrió durante las vacaciones de la Familia Real en 2018. Por entonces, estaba reciente la polémica por el encontronazo que doña Sofía y su nuera habían protagonizado en Semana Santa, y la Casa Real quiso aprovechar el verano en el palacio de Marivent para trasladar un mensaje de unión familiar. Vimos a doña Sofía de la mano de la princesa Leonor y la infanta Sofía en un mercado de Palma, en un concierto de Ara Malikian al que también fue la infanta Elena…
La estrategia que se siguió aquel verano parece desmentir una de las teorías que se han barajado para explicar la misteriosa desaparición de doña Sofía desde que los reyes se instalaron en el palacio de Marivent: que Felipe VI ha tratado de evitar la asociación con don Juan Carlos que habría ofrecido una aparición suya o de su familia junto a la reina emérita. Al contrario, doña Sofía siempre ha tenido un espacio propio en la corte de su hijo al margen de don Juan Carlos, y así ha quedado demostrado durante los últimos veranos en Palma: tanto en 2018 como en 2019, doña Sofía acompañó a los reyes a la tradicional recepción a las autoridades de Baleares en La Almudaina en una época en la que ya estaba manchada la reputación del antiguo monarca.
En cuanto a la posibilidad de que doña Sofía tema salir de Marivent a causa de la pandemia, quedó descartada cuando se fue a comprar unas cremas en Palma junto a su hermana, la princesa Irene. Pronto surgió otra posible explicación: ¿Y si la reina Sofía, hasta ahora bálsamo de las heridas familiares, no ha querido cumplir este año ese papel por la decepción que le habría causado el trato dado a su marido?
Doña Sofía, contaban recientemente fuentes de su entorno a la periodista Consuelo Font en LOC, está muy triste por la marcha de don Juan Carlos a Emiratos Árabes Unidos, un destino en el que muchos analistas han visto un desafío por parte del rey emérito a su hijo y al gobierno. La decisión de Juan Carlos I de regresar “al lugar del crimen”, escribía ayer por su parte Eduardo Álvarez en El Mundo, lanza “el mensaje subliminal que desde su entorno deslizan desde hace tiempo: se siente injustamente tratado, víctima de una cacería”. ¿Comparte doña Sofía este sentimiento y se ha negado este verano a hacer piña con su hijo y su nuera?
Es posible que la idea de que el “exilio” al que se ha visto empujado Juan Carlos I es injusto haya unido al rey y a su consorte, sobre todo porque la obsesión de evitar un exilio fue lo que unió al matrimonio en una época en la que otro tipo de lazos afectivos estaban ya rotos. Así lo aseguraban en 1992 fuentes de La Zarzuela en un reportaje de la edición estadounidense de Vanity Fair. En 1967, la familia real griega había tenido que exiliarse, y lo que le había ocurrido al rey Constantino “cimentó el matrimonio de Juan Carlos y Sofía” y fortaleció su determinación de evitar un destino parecido cuando estalló el golpe del 23-F.
“Estaban completamente determinados a que jamás les ocurriera lo mismo que al abuelo del rey –Alfonso XIII– y al hermano de ella –Constantino de Grecia–“, citaba el periodista T. D. Allman a una persona amiga de la Familia Real. “Así que cuando en 1981 llegó el golpe de Estado, estaban totalmente unidos en la adversidad. Eso es lo que hace maravilloso un matrimonio real, y no las paparruchas sentimentales que nosotros los plebeyos encontramos importantes”. La reina Sofía, seguía el reportaje de Allman, estaba decepcionada con su vida matrimonial y no era feliz, pero formaba un “equipo perfecto” con don Juan Carlos.
La duda es si ahora es de las que cree que su marido ha arrojado por la boda sus éxitos con sus escándalos financieros, o si por el contrario considera como él que los triunfos que lograron juntos compensan sus errores y hacen injusta la marcha de don Juan Carlos de España. En el primer caso, lo lógico hubiera sido que se uniera a los reyes y a sus nietas en algún acto, reforzando el mensaje de que sigue siendo miembro de la Familia Real y conservará su posición en La Zarzuela al margen de lo que ocurra con su marido.
En el segundo supuesto, se entiende que no quiera participar en la normalidad que trasladan los reyes y sus hijas al continuar con su agenda. Cabe por último recordar que a lo largo del año pasado doña Sofía dio la impresión de haber estrechado su relación con don Juan Carlos, dejándose ver con él en público varias veces. Además de la frustración por ver como muchos ponen en entredicho el reinado de su marido -también fue el suyo-, ¿estará triste la reina Sofía por la separación que conlleva el exilio de Juan Carlos I?
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