A las puertas de esa gran final que corone al vencedor de ‘Supervivientes 2020’ (aquí, la última expulsada), Alba Carrillo ha querido recordar en ‘Ya es mediodía’, el espacio de Telecinco en el que colabora, cómo fue la vuelta a una normalidad que, después de tantas semanas habituadas a unas condiciones extremas, se le hizo muy extraña.
«El último día es una pasada. Yo les estoy viendo como con ganas de marcharse y lo normal es al revés, que ya te acondicionas y todo», empezaba Alba que incidía en el hecho de que «tienes miedo de volver a la civilización». Además, la modelo ha caído en la cuenta de algo muy inusual que se ha dado en esta edición: «No suele pasar eso. Se han adaptado muy pronto estos supervivientes y ninguno se ha querido ir y ahora en la final, mira».
«La verdad es que es mágico. Van a venir cambiados», reconocía antes de desvelar ese detalle que fue lo que más le costó a ello del regreso a la rutina: «Lo que decía el podólogo es verdad, les va a costar ponerse zapatos. A mí es una de las cosas que más me costo. Como de repente te tiras ahí descalza pues vestirte y calzarte lo ves raro».
No solo eso, sino que a Alba se le hacía extraña la cama y «dormía en el suelo con el cojín. De hecho hasta cambié de colchón. Me tuve que poner uno muy duro». Porque después de tres meses en medio de la selva, una se desacostumbra a las comdoidades. Al menos, ese fue el caso de una Carrillo que recuerda con cariño su paso por el ‘reality’ más exigente de todos los que hay en la parrilla.
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