La noticia comenzaba a circular como la pólvora el pasado sábado. El príncipe Joaquín de Bélgica, pareja de la cordobesa Victoria Ortiz Martínez-Sagrera (¿quién es ella?), se había contagiado con el coronavirus en la localidad natal de esta en una fiesta masificada y que no cumplía con las medidas de distanciamiento social que se nos han repetido en las últimas semanas.
Ante el revuelo generado, él mismo, el domingo, emitía un comunicado reconociendo que había obrado mal y pidiendo perdón, a la vez que decía ser consciente de que sus actos acarrearán unas consecuencias que está dispuesto a cumplir. Un ‘mea culpa’ en toda regla que hacía legar a la prensa mediante un escrito remito a la agencia Efe para su distribución.
Me arrepiento profundamente de mis actos»
«Me gustaría disculparme por no haber respetado todas las medidas de cuarentena durante mi viaje. En estos momentos difíciles, no pretendía ofender ni faltar el respeto a nadie. Me arrepiento profundamente de mis actos y acepto las consecuencias. Joachim de Bélgica», reza esa párrafo del menor de los tres hijos de los reyes belgas.
Unas palabras escuetas, pero suficientes, y por las que ha sido preguntada la primera ministra del país, Sophie Wilmès, en la reapertura del Atomium de Bruselas. «Es un ciudadano que se disculpó por un comportamiento que lamenta. Dice que asumirá todas las consecuencias y eso es bastante normal. Caso cerrado«, se ha limitado a manifestar. Aunque esto es más que lo que han hecho los monarcas, que en su primera aparición pública tras el escándalo, se han limitado a permanecer en silencio.
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