Si hay algo que consigue Jesús Calleja en sus entrevistas en medio de la naturaleza, es crear un ambiente de confianza que hace que sus invitados se relajen y hablen en profundidad. Como si estuviesen en el salón de casa con un amigo. La semana pasada lo vimos con Sandra Barneda, abriendo sus sentimientos sobre Nagore Robles, su ex. Esta, con Jorge Cadaval.
La mitad de Los Morancos vivió la experiencia de ‘Planeta Calleja’ junto a la otra mitad del dúo, su hermano César. Allí se confesó abiertamente sobre cómo aceptaron en la familia su homosexualidad. Empezando por el hecho de que no tuvo que explicarlo. Y explicando que sus hermanos tampoco habían contado que eran heterosexuales.
«Me he criado en una casa con seis varones y una hembra y mi madre nunca me puso ninguna traba. Tengo la suerte de haber nacido en una familia maravillosa, con un padre maravilloso. Yo era su hijo y cuando tú quieres a tu hijo lo quieres. Es como sea porque el amor no tiene sexo, color ni condición», se deshacía en elogios hacia los suyos.
Aprovechando esto, Calleja entró en uno de los capítulos más complicados de su vida: «Te voy a preguntar por el Caso Arny. Para quien no lo sepa, había un bar de gays donde había chaperos, que son como prostitutas en chino. Había uno muy joven, con 16 años, que denunció y se inventó una historia que luego reconoció».
Llegué a recibir cartas con amenazas de muerte»
Jorge se derrumbaba al detallar el calvario que sufrió por algo que, como se demostró posteriormente, no había hecho. «Lo viví fatal porque llegué a recibir cartas con amenazas de muerte y me decían que sabían a la hora que mis sobrinos salían del colegio. Lo pasé peor por los míos que por mí, porque yo no quería que ellos sufrieran».
Y volvía a lanzar unas palabras de gratitud a su madre: «Cuando pasó todo esto hacía siete meses que mi padre había muerto y me alivió que no tuviese que vivir todo esto. Mi madre sí lo vivió, pero siempre me miró con una mirada que sabía… Una mirada de cariño, de complicidad entre los dos«.
A pesar de que define esos dos años como una «pesadilla» y que reconoce que hay quien aún le llama «pederasta» por la calle, también considera que fue «una exposición pública de la que salí reforzado», sobre todo en la relación con César. «Teníamos una empresa y perdimos contratos, pero mi hermano es un tío de los pies a la cabeza y lo adoro y siempre me apoyó», remataba.
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