Virginia Giuffre declaró en el juicio contra Ghislaine Maxwell que en su juventud fue una de las "esclavas sexuales" de Jeffrey Epstein, período en el que fue obligada a mantener relaciones sexuales con el príncipe Andrés hasta en tres ocasiones entre 1999 y 2002. Tanto Maxwell como el duque de York negaron las acusaciones en un juzgado estadounidense, donde el royal sostuvo que no conocía de nada a Giuffre. El hijo de Isabel II mentía: lo demostró la juez Loretta Preska, titular del tribunal federal de Nueva York después de desclasificar la documentación que demostraba que el príncipe Andrés escribió a la socialité británica para obtener información sobre Giuffre. Pero aquel juicio era contra Jeffey Epstein, ya fallecido, y contra Maxwell, no contra el royal. Ahora la mujer que se ha convertido en una de las caras más visibles contra el tráfico sexual de mujeres ha dado un paso más al denunciar al tercer hijo de Isabel II.
De esta manera, Giuffre pretende que el caso no caiga en el olvido, algo que temió que sucediera tras la muerte de Epstein en una prisión de Manhattan en 2019. También pretende lanzar el mensaje de que los "ricos y poderosos no están exentos" de rendir cuentas ante los tribunales.
Giuffre contó su caso ante las cámaras para el documental Jeffrey Epstein: asquerosamente rico, donde se trazan los itinerarios, se pone cara a los culpables y se da voz a las víctimas del magnate financiero, que viajaba de un extremo al otro del mundo en su jet privado bautizado con el nombre de "Lolita Express" siempre con hombres poderosos y chicas muy jóvenes a bordo. Maxwell le hacía de cebo, y Giuffre explicó que en su caso, fue ella quien la conoció en la mansión de Donald Trump en Mar-a-Lago, donde el padre de la adolescente trabajaba como jefe de mantenimiento y ella misma fue empleada como personal del spa.Al verla leer un libro sobre masajes, la hija del magnate británico Robert Maxwell le ofreció un empleo como masajista con Epstein asegurándole que no hacía falta experiencia previa. Los abusos no tardaron en llegar, y Giuffre se convirtió en una de las chicas que iba siempre con Epstein en su avión. "Fue una época perversa y realmente aterradora", explicó ella ante la jueza sobre un abuso que sufrió durante dos años y medio, de los 14 a los 17.
"Espero que otras víctimas vean que es posible no vivir en silencio y atemorizada, sino recuperar tu vida al hablar públicamente y exigir justicia", argumentó ayer tras presentar la demanda contra el príncipe Andrés. Giuffre señaló que no fue fácil porque es madre y esposa y teme las represalias, pero también es conscientes de lo difícil que es para las víctimas dar un paso adelante: "Sabía que si no iniciaba esta acción, les decepcionaría".
El príncipe Andrés vive apartado de la vida pública desde finales de 2019. La entrevista que concedió a la BBC para hablar del caso se volvió en su contra y fracasó en su intento de justificar su relación con el millonario. Solo tras ver el desastre, envió un comunicado renunciando a cualquier labor de representación de la monarquía. “Sigo muy arrepentido de no haber juzgado bien mi asociación con Jeffrey Epstein. Su suicidio ha dejado muchas preguntas sin responder, especialmente para sus víctimas. Yo personalmente simpatizo profundamente con cualquiera que se haya sentido afectado en este caso y que quiera que todo se aclare de una vez". Y eso es precisamente lo que está haciendo Giuffre.
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