Casi no nos había dado tiempo a dar la bienvenida al nuevo año cuando el príncipe Harry (perdón, desde ahora, «solo Harry», como ha instando él mismo) y Meghan Markle anunciaron que se apartaban de la vida de palacio. Un nuevo camino que ya han empezado en Canadá, pero que les ha traído hasta Reino Unido para finalizar con los compromisos oficiales que tienen en sus agendas antes de que se ejecute ese Megtrix.
Harry viajó primero. Solo. Y ese intimidad fue aprovechada por la reina Isabel II para reunirse con él el pasado domingo y poder hablar tranquilamente sobre todos los detalles que les quedaron pendientes. Según la prensa inglesa, cinco horas duró ese encuentro en el que, aseguran, reinó la cordialidad y el buen tono que parecía haber brillado por su ausencia en los últimos meses.
El encuentro se celebró en el castillo de Windsor, con un almuerzo por medio. Una fuente cercana a Buckingham ha apuntado que «era el momento ideal para que ambos dieran su versión. Era un ambiente mucho más relajado». Y, aunque parece que acercaron posturas y que acabó la charla invitándoles a él y su esposa a que vuelvan cuando lo deseen, desde palacio se hace hincapié en que la monarca sigue molesta por la decisión de marcharse de Reino Unido.
Uno de los puntos que más apenan a Isabel II es el hecho de que va a poder ver muy poco a su bisnieto Archie. De hecho, estaba previsto que esta semana el niño volase con su madre en lo que sería su primera visita a Londres este año. Sin embargo, el alto coste que hubiese tenido su desplazamiento ha provocado que se quedé en Canadá con su niñera, Jessica Mulroney.
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