Llevamos meses hablando de la nueva normalidad, concepto que todos hemos entendido en su plenitud una vez acabadas las vacaciones de verano. ¿La razón? Que la mayoría de las empresas han elegido septiembre como el momento ideal para que sus empleados abandonen el teletrabajo y se incorporen a sus puestos de trabajo. Eso sí, un retorno que llegó acompañado de varias normas de seguridad extraordinarias para evitar posibles contagios y que son el mejor recordatorio de que la pandemia todavía está lejos de ser un mal recuerdo.
Efectivamente, vivimos una situación excepcional que ha alterado todas nuestras rutinas. Y eso es algo de lo que no se libra ni la mismísima Isabel II, que acaba de poner punto final a su retiro estival en Sandringham para retomar su actividad oficial. Aunque la monarca no se ha dirigido a Buckingham para atender sus obligaciones en Londres como viene siendo habitual desde que fue coronada en 1953, sino al castillo de Windsor, donde permanecerá hasta que la crisis del coronavirus le permita regresar a su residencia habitual sin que su vida corra peligro.
Así lo acaba de anunciar la Casa Real Británica en un comunicado en el que también se explica que la reina se ha marchado sola. Vamos, que Felipe de Edimburgo se ha quedado en Sandringham dado que su salud no aconseja tanto traslado innecesario. Aunque eso de estar separados sí que podría decirse que es vieja normalidad para el matrimonio.
Antes de que estallara la pandemia, The Times reveló que la reina y Felipe ya pasaban gran parte de la semana separados. Mientras ella se quedaba en Buckingham, él permanecía en Wood Farm en Sandringham. Aunque se veían a menudo los fines de semana.
Justo antes del encierro, ambos se trasladaron a vivir juntos a Windsor. Y allí permanecieron allí durante la cuarentena con un número de empleados reducido (un grupo apodado HMS Bubble, ‘la Burbuja del Staff de su Majestad’), llevando a cabo sus compromisos vía online y por teléfono, incluyendo las reuniones semanales de la reina con el primer ministro.
Ya en agosto, la pareja se trasladó primero a Balmoral, en Escocia, como viene siendo tradición. Un mes después, a principios de septiembre, se fueron a Sandringham, donde siguieron siendo atendidos por es grupo reducido de empleados. Los mismos que ahora han seguido a la monarca hasta Windsor para asegurarse de que nada le falta durante esta prevista larga estancia.
Eso sí, palacio confirma que la reina acudirá de vez en cuando a Londres para asistir a “audiencias y compromisos seleccionados”, como ya hizo el pasado julio para presenciar la boda secreta de su nieta Beatriz de York con Edoardo Mapelli.
Hasta que eso ocurra, serán el príncipe Guillermo y Kate Middleton, los encargados de recibir a cualquier personalidad invitada por Buckingham. Hoy mismo, por ejemplo, han tenido su primera reunión oficial en palacio con el presidente de Ucrania y su mujer. La mejor preparación que podían tener los Cambridge de cara al día que les toque ser la cabeza de la Corona. Si es que no hay mal que por bien no venga.
SUSCRÍBETE AQUÍ a nuestra newsletter para recibir todas las novedades de VANITY FAIR
Fuente: Leer Artículo Completo