La polémica guerra entre influencers y haters que puede arruinar la final de La Voz

Termina la séptima edición de ‘La Voz’, el ‘talent’ musical que ha logrado el más difícil todavía: ir decreciendo en interés y audiencia en vez de ganar puntos de cara a la elección de su ganador. Parece que el buen rollo de Laura Pausini y Antonio Orozco y la circunspección de Pablo López y Alejandro Sanz no son suficientes para atraer al difícil público de la televisión, deseoso de emociones cada vez más fuertes (como descubrir que los jueces no reconocen a una famosa cantante de los 90, Mercedes Ferrer).

Los asaltos tienen el atractivo de mostrar por primera vez a los concursantes y la pelea de jueces, pero una vez superados decaen las ganas de seguir escuchándolos. Al fin y al cabo, se trata de una sucesión de cantantes ‘amateur’ con escaso polvo de estrellas entre manos. No aburren tanto como las personajes enmascarados de ‘Masked Singer’, pero casi. En la final de esta noche sí participarán algunos nombres con más peso: Aitana, Mala Rodríguezo Bebe.

La semifinal de ‘La Voz’ no pudo con el filón que Telecinco ha encontrado en ‘Cantora: La herencia envenenada’, el último destilado televisivo nacido del clan Pantoja: se quedó en un 15% (la semana anterior no llegó al 14%). Poco para un formato estrella destinado a superar un 20%. La cifra parece, ahora mismo, inalcanzable, al menos con la mecánica y la alineación de jueces actual. La prueba incontestable de la escasa conexión entre algunos jueces y la audiencia la encontramos en la decisión del público sobre los concursantes que deben llegar a la final: ninguno de Alejandro Sanz, supuestamente el maestro de todo esto, ni de Pablo López, su aprendiz pero con vitola ya de pequeño genio al piano. Los votantes, sin embargo, premiaron los candidatos de Laura Pausini y Antonio Orozco: los jueces más espontáneos y más despiertos.

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La cuestión de la selección de los finalistas ha traído, como en cada edición, su polémica anexa. Este año no se trata tanto de una discusión sobre la calidad de unos sobre otros, sino acerca de lo que muchos fans del programa consideran un tongo: la selección de Curricé, un influencer que, además, es hermano de un polémico ‘youtuber’: JPelirrojo (Juan Miguel Flores). La estrategia de este joven para ganar audiencia ha recurrido frecuentemente a la publicación de mensajes misóginos para crear polémica seudofeminista, aunque tocó fondo cuando decidió vender a sus fans un curso online para “aprender a ser feliz” por 4.000 euros.

Aspirante a actor y también cantante, fue despedido por Nestlé, la marca que había confiado en él para protagonizar un anuncio, precisamente por unos tuits. Casualmente, Juan José Flores ha lanzado en este mismo momento, con su hermano en el ‘prime time’ de la televisión, su propio disco.

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Para los comentaristas en la red social estamos ante una burda maniobra del programa para seducir al público viral de las redes sociales, eligiendo a un candidato que procede de ese planeta. De hecho, entre ambos hermanos reúnen una audiencia que supera los dos millones de ‘followers’ y potenciales votantes. El rechazo a este candidato es tal, que se puede desatar una verdadera guerra de ‘haters’ en las redes si logra ganar el concurso. La cuestión de la votación es central: en las pasadas ediciones, las galas de ‘La Voz’ eran en directo y las llamadas de los fans decidían el ganador. Ahí estaban las opciones de Curricé de llevarse el gran premio, gracias a su poder para movilizar a sus followers y los de su hermano. Sin embargo, el coronavirus lo ha cambiado todo.

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Debido a la pandemia ha sido el público de la gala el que ha decidido ya quién ganará el premio y grabará su disco, con lo que el sesgo del voto está por ver. Cabe la posibilidad de que podamos analizarlo teniendo en cuenta la tipología de asiduos a los platós que hayan apretado el botón de ganador. ¿Habrán sido figurantes profesionales de las agencias, muchas veces personas jubiladas o muy jóvenes, o fans del programa? Sea como fuere, la maniobra oportunista de los hermanos podría quedar en nada al anularse la final en directo. A no ser que Curricé realmente deslumbrara a los asistentes y ganara la final, por sus propios méritos.

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