Lo decíamos hace unas semanas: Madonna lleva mal el paso del tiempo por su cuerpo. Hasta el punto de que no acepta que, a estas alturas de la película d su vida, tiene ciertas limitaciones. Que su físico le está dando señales inequívocas de que baje un par de marchas. Es un animal de espectáculo. De escenario. Y hasta que no es completamente imposible, no tira de un freno de mano que le hace, incluso, derramar lágrimas.
Sucedió en París. La artista ofrecía un concierto dentro de su gira ‘Madame X Tour’ cuando, esa rodilla que tantos problemas le está dando, volvía a fallar y acababa en el suelo. No podía continuar y, entre lágrimas, abandonaba el escenario, dejando a su público no solo sin ‘show’ tras haber pagado una entrada que no es precisamente barata, sino también preocupados.
Uno de los asistentes explicó que «no alcanzó la silla y cayó al suelo. Un bailarín tuvo que ayudarla y durante la parte de Polaroid rompió a llorar y no pudo parar». Un relato desgarrador que contrasta con la fortaleza con la que hablaba hace unos días, en unas declaraciones en las que detallaba que estaba siguiendo una rehabilitación muy exigente, de seis horas diarias, para poder dar de sí en esa gira. Debemos recordar que ha cancelado, por problemas físicos, 14 conciertos de la misma.
«Me considero una guerrera. ¡Nunca renuncio, nunca me rindo! Es un milagro que haya llegado tan lejos, pero mucho tiene que ver con el hecho de que hago seis horas de rehabilitación todos los días, tres horas antes del espectáculo y tres después con múltiples terapias», explicaba antes de añadir que había tomado otras medidas, como cambiar el tipo de calzado por zapatos que le dieran una mayor fiabilidad.
Hago seis horas de rehabilitación todos los días»
«También he cambiado los zapatos, ahora son zapatos planos, y he modificado partes difíciles del espectáculo. Esto me ha ayudado enormemente, pero todavía tengo que tener cuidado y, por supuesto, descansar, que es la mejor medicina», decía. Unas medidas que, a la vista está, no son suficientes.
A la no aceptación del paso del tiempo en su cuerpo (nos daría para hablar largo y tendido de lo que se ha hecho y no para mejorar su imagen por la obra y gracia de la medicina estética) se suma ahora este componente psicológico.
¿Estamos ante el ocaso de una diva? Ella se va a aferrar a su estatus con uñas y dientes, pero no sabemos cuantas cancelaciones más va a soportar un público que va a sus conciertos con la incertidumbre de cuántas canciones escuchará y si será capaz de llegar hasta el final. Ella va a vender muy cara la derrota.
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