“Las emociones están, definitivamente, a flor de piel”, confirmó una fuente cercana a Buckingham Palace. “La Reina ha tenido algunos momentos para el llanto, pero también para la rabia y la decepción. Tiene el corazón roto”. Efectivamente: puede que Isabel II enfile los momentos más delicados de todo su reinado, más incluso que los que se sucedieron tras el anuncio de la separación de Carlos de Inglaterra y Diana Spencer. El factor que ahora lo cambia todo no es, sin embargo, la polémica deserción del príncipe Harry y Meghan Markle que tanta lástima y enfado le produce, sino la enfermedad de Felipe de Edimburgo, de 99 años, ingresado en el hospital debido a una infección respiratoria. “Ha sido una semana dura para la Reina, y no solo porque la situación de Harry y Meghan sea un reto, sino por el traspiés de salud de su esposo”, afirma la misma fuente.
Estos dos acontecimientos vitales, trascendentales, han logrado eclipsar la verdadera guerra de fondo que tiene a los Windsor con las espadas, las espadas simbólicas, en alto. Algo que ha disparado la animadversión a ambos lados del Atlántico ha sido el anuncio de la deserción definitiva de la Familia Real de Meghan y Harry, tres días después de la hospitalización del príncipe Felipe. El anuncio no pudo hacerse en peor momento, y los Duques de Cambridge, Guillermo y Kate, han confesado estar «en shock» con su actitud. «Es totalmente inaceptable para el Duque y la Duquesa de Cambridge, especialmente en este momento tan complicado para el príncipe Felipe. Están completamente horrorizados», ha declarado una fuente cercana a Kensington Palace.
Tras el cruce de declaraciones, la reacción. La Reina, inmediatamente, retiró los honores militares y el patrocinio de fundaciones y asociaciones benéficas a los Duques de Sussex, cosa que disparó la rabia entre cierto sector crítico, que llegó a pedir que el príncipe Harry fuera expulsado de su posición en la línea de sucesión al trono. Como contestación, Meghan y Harry hicieron público un comunicado que solo ha echado más leña al fuego. «Como atestigua su trabajo durante el pasado año, el Duque y la Duquesa de Sussex continúan comprometidos con su deber de servicio hacia el Reino Unido en todo el mundo y han ofrecido su apoyo continuado a las organizaciones que han representado, independientemente de su rol oficial«, declararon. «Todos podemos vivir una vida dedicada al servicio. Servir es universal».
La segunda bomba de los Sussex no se hizo esperar: han anunciado una entrevista en televisión, en el programa de Oprah Winfrey, en el que previsiblemente hablarán de su complicada situación como expatriados de los Windsor. El paso es arriesgado: las dos últimas entrevistas de miembros de la familia real británica han terminado peor que mal. La del príncipe Andrés en la BBC, celebrada el pasado noviembre para defenderse de las acusaciones de abuso sexual dentro de la trama de tráfico de menores del millonario pedófilo Jeffrey Epstein, redundó en su descrédito más absoluto.
En 1995, la entonces princesa Diana explicó por qué se separaba del príncipe Carlos: «Éramos tres en ese matrimonio», dijo Diana frente a las cámaras, refiriéndose a la relación de su esposo con Camilla Parker-Bowles, para después reconocer que había tenido un amante mientras estaba casada. En realidad, la presencia televisiva de la Reina es la guinda de un verdadera desembarco de los Windsor en la BBC. Será en el especial “A Celebration for Commonwealth Day” y en él saldrán el príncipe Carlos, el príncipe Guillermo, Kate Middleton y Sophie, la condesa de Wessex. Una contraprogramación en toda regla que solo conseguirá elevar la expectación ante ambos programas
El comunicado y el anuncio de la entrevista se ha recibido en Londres como una declaración de guerra que ha vuelto a disparar la animadversión entre los hermanos. El príncipe Guillermo declaró a través de “múltiples fuentes cercanas” que este movimiento de Harry y Meghan le parecía “insultante e irrespetuoso”. La Reina, a pesar de estar en el momento más complicado de su reinado, ha tomado una decisión arriesgada para contrarrestar la visita de los Sussex al plató de Oprah en la cadena CBS: va a leer un comunicado en televisión unas horas después de la celebración de la entrevista a su nieto y su esposa americana, el 7 de marzo. Está por ver si puede detener la esperada confesión de Harry y Meghan, en la que revelarán lo mal que lo han pasado mientras han vivido en suelo palaciego.
En Londres se sienten traicionados, de ahí el intento de boicot. Sin embargo, lo peor para los Windsor en el medio y largo plazo es el enfrentamiento, susceptible de convertirse en odio, entre hermanos. Un grave enfriamiento en el que, además, Carlos de Inglaterra no parece ejercer de mediador. El Príncipe de Gales ha optado por posicionarse como defensor de la institución, misión en la que su heredero le secunda decididamente, hasta el punto de olvidar las tiranteces que siempre tuvo con su padre debido a la manera en la que trató a la trágicamente fallecida Lady Di. “En los dos últimos años, la relación entre ambos se ha estrechado considerablemente”, opina la experta en los Windsor Emily Andrews. Su vínculo es fortísimo. Han descubierto que comparten los mismos valores: los que protegen a la monarquía. Algo que, además, se ha convertido en lo único que puede contrarrestar los crecientes ataques a su reputación”.
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