El próximo domingo, el Microsoft Theatre de Los Ángeles acogerá los American Music Awards. Una auténtica fiesta en la que, en esta ocasión, la elegida para ser la estrella que ponga el ‘show’ en la gran noche de la industria musical, ha sido Taylor Swift. Recogerá su galardón como Artista de la década, y tenía pensando celebrarlo repasando sus grandes éxitos.
Sin embargo, se ha encontrado con un pequeño problema en su camino: hay algunos temas suyos que no puede interpretar. Un lío legal con dos magnates de la música con quien trabajó en el pasado, Scooter Brown, y Scott Borchetta, responsable de sus seis primeros discos y dueño de la discográfica Big Machine Records. Este último vendió el catálogo de las canciones de Taylor al primero, de tal modo que adquirió los derechos sobre las mismas.
Así que, ahora, ella no puede cantar esas canciones que ella misma compuso y a las que dio forma. Tampoco le han permitido utilizarlo para el documental que Netflix está preparando sobre su vida. Atada de pies y manos y después de tratar de deshacer el embrollo por la vía judicial, ha estallado públicamente, para que se sepa quién tiene la responsabilidad de que hayan enmudecido parte de su discografía.
Solo quiero interpretar MI PROPIA música»
Swift ha decidido contar lo que pasa en un comunicado que ha compartido en sus redes sociales y en el que se queja, amargamente, de que «solo quiero interpretar MI PROPIA música. Eso es todo». Algo que pude parecer lógico, normal y hasta de justicia divina, pero que choca de manera frontal con el entramado de leyes sobre los derechos y el poder de los grandes empresarios de un terreno que genera tanta riqueza como el de la música.
Taylor, además, desvela que ellos tienen un par de condiciones para dejar que pueda volver a hacer uso de su «propia música»: no llevar a cabo sus planes de grabar los temas de nuevo y también que deje de hablar de ellos dos en público. O lo que es lo mismo: un chantaje en toda regla, se mire por donde se mire.
Este llamamiento a la desesperada ha encontrado la respuesta de estos dos magnates: «Taylor, la narrativa que has creado no existe. Todo lo que pedimos es tener una conversación directa y honesta. Cuando eso suceda, verás que no hay nada más que respeto, amabilidad y apoyo esperándote en el otro lado. Hasta la fecha, ninguna de las invitaciones para hablar con nosotros y trabajar a través de esto ha sido aceptada«.
Unas palabras duras e inflexibles que llegan sin tiempo de reacción para que Swift pueda ofrecer el espectáculo que desea en los American Music Awards. O no. Veremos si acepta esa invitación a sentarse y hablar y es capaz de llegar a una solución para un problema que le ha supuesto el ‘robo’ con guante blanco de más de la mitad de su música.
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