Hace unos días, pudimos hablar con Anabel Pantoja con motivo de ese libro sobre su estilo de vida que ha sacado a la venta. Ella misma reconocía que había tardes muy complicadas en ‘Sálvame’, que no podía evitarlo cuando lo que se trataba en plató eran temas familiares. Eso sí, dejaba claro que, a pesar de ser una persona tremendamente emocional, había aprendido a controlarlo para que no le quitara el sueño.
Sin embargo, no sabemos qué tal dormiría ayer, porque se le acabó la paciencia ante las continuas provocaciones de Kiko Matamoros y estalló contra él con una contundencia pocas veces vista en la sobrina de Isabel Pantoja. Su compañero traspasó ciertos límites y ella se encargó de dar un golpe sobre la mesa para impedir que le siguiera pasando por encima.
Anabel se pronunciaba, hace unos días. sobre esa guerra que se libra en Cantora, y explicaba que, evidentemente, su primo entiende lo que siente por su tía, sin que esto traiga consecuencias en esa relación que siempre ha sido casi fraternal. Lo cierto es que a Matamoros le pareció demasiado ambigua, algo que ponía de manifiesto al valorar la intervención de Irene Rosales, que acabó entre lágrimas, el pasado domingo. Y este ataque de soslayo fue lo que hizo que la colaboradora de ‘Sálvame’ no aguantara más.
«Habla con los directores y que me quiten de la plantilla, pero deja de atacarme«, era lo primero que soltaba por la boca Anabel, dirigiéndose a un Matamoros que le ha faltado al respeto en más de una ocasión en ese mismo escenario. Él, lejos de dar marcha atrás, se lo tomaba a pitorreo: «No, ¿no ves que ahora mismo estás dando grandes momentos?».
Siempre estás metiendo mierda, metiendo el dedo en la llaga»
Pero Anabel ya estaba desatada en es cabreo: «Siempre estás metiendo mierda, metiendo el dedo en la llaga. Lo único que quieres es joderme en el trabajo. Díselo a los directores, que no me llamen para entrar en directo en Skype«. Aludía con esa última frase al hecho de que, a pesar de estar en Canarias recuperándose de la fractura de peroné, desde el programa siguen contando con ella. Por algo será.
«¿En una tragedia familiar como tú la has tenido no entiendes que es mejor el silencio? ¿No me comprendes como compañera? ¿Puedes dejar de atacarme un día?», le lanzaba estas preguntas, para las que no hallaba respuesta (más allá de un «la voy a joder un poco más» antes de que se diera por zanjada la bronca), y remataba su intervención: «No dejas de atacarme ni un día. Te escucho todas las tardes».
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