Harald de Noruega, el amor de juventud de doña Sofía que no prosperó: él prefirió a Sonia

Harald de Noruega y Sonia Haraldsen se conocieron cuando tenían 15 años en un campamento de verano, y surgió el amor entre el heredero al trono noruego y la hija de un comerciante miembro de la burguesía del país. Un amor adolescente, en principio imposible, que logró superar todo tipo de batallas hasta vencer en la catedral de Oslo el 29 de agosto de 1968 con una novia muy poco usual vestida con un traje diseñado por ella misma.

Las batallas fueron, entre otras, la distancia, oposición de los reyes, la amenaza de suicidio de la novia si Harald no se casaba con ella y la búsqueda de pareja para el príncipe noruego. Cuando Harald confesó a su padre, el rey Olaf V, que mantenía una relación con una joven plebeya que había estudiado Diseño de Moda y trabajado como costurera, y que estaba dispuesto a comprometerse con ella, el monarca se opuso rotundamente. Tratando de que la olvidara envió a Harald a estudiar a Oxford confiando en que conociera a alguien más acorde con su estatus. La princesa Sofía de Grecia, por qué no. Los reyes griegos, Pablo I Federica, habían visitado Oslo con su hija a mediados de los años 50, Sofía y Harald compartieron un baile y, según se rumoreó entonces (y mucho después), a la princesa griega le gustó el príncipe noruego. “Yo sé que hubo muchos intereses de casarnos. Se provocaron encuentros, se hicieron cábalas…”, llegó a confesar la propia doña Sofía. Pero no había nada que hacer. El príncipe Harald tenía claro que su amor pertenecía a Sonia.

Otra teoría menos romántica investigada por la periodista de Point de Vue Françoise Loat afirma que fue la dote de doña Sofía lo que impidió que Sonia en lugar de ella le diera el ‘sí, quiero’ a Harald en la Catedral de Oslo.

Entre todo esto, la joven novia del príncipe amenazó con el suicidio si no le permitían casarse con él, y Harald dio un ultimátum a su familia: o se casaban o renunciaba a sus derechos dinásticos. El rey acabó aceptando que su único hijo contrajera matrimonio con Sonia Haraldsen. Seis años después de que doña Sofía y el entonces príncipe Juan Carlos celebraran su boda en Atenas, Sonia se convirtió en princesa de los noruegos, y desde 1991 en reina consorte.

Desde entonces hasta ahora, Harald y doña Sofía han coincidido en distintos eventos de las casas reales europeas. Entre otros, las respectivas bodas de sus hijos. Los reyes noruegos estuvieron en la boda de, por ejemplo, los actuales reyes de España Letizia y Felipe VI; y la reina Sofía -sin don Juan Carlos- acudió al enlace del príncipe Haakon y Mette-Marit.

Ambas historias tienen alguna similitud. Tanto Mette-Marit como doña Letizia son plebeyas y ambas habían tenido relacionas anteriores antes de conocer a sus príncipes. Mette-Marit tuvo un hijo (Marius) con su novio de juventud, Morten Borg, y Letizia -conocida presentadora de los informativos de TVE- se había divorciado antes de conocer al príncipe de Asturias. Los reyes españoles acabaron aceptando no sin peros iniciales. Los noruegos pusieron menos peros a sus hijos. Ellos ya habían pasado por todos. Tampoco impidieron a Marta Luisa que se casara con Ari Behn ni ahora se han opuesto a su relación con Durek Verrett.

Tras una vida de amor correspondido la reina Sonia lo que más quiere ahora es que Harald, de 83 años, se recupere de nuevo.

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