Al fin comienzan a filtrarse algunas de las sorpresas que guarda «The Art of Her Deal: The Untold Story of Melania Trump», la nueva biografía no autorizada que ha escrito la reportera del «Washington Post» Mary Jordan. El libro, que se publica mañana mismo, promete darle la vuelta a la imagen de víctima que la opinión pública ha adjudicado a la primera dama estadounidenses. De momento ya sabemos porqué Melania Trump estuvo cuatro meses prácticamente encerrada en la Trump Tower de Manhattan, suscitando enormes críticas por el coste que ocasionó su negativa a mudarse a la Washington, que obligó a doblar la seguridad. Por lo que cuenta Jordan, la ex modelo eslovena se negó a seguir a su marido hasta que este no aceptara renegociar su acuerdo prematrimonial en los términos que ella fijaba. Donald Trump se vio ante la espada y la pared:renegociaba o tendría que explicar el mundo porqué la Casa Blanca no tenía primera dama.
En aquellos primeros momentos del mandato de Trump, el presidente explicó la deserción de su esposa aludiendo a su hijo Barron: por las necesidades escolares de este, madre e hijo se mantendrían en Manhattan hasta el final de curso. Ahora sabemos que, en realidad, la pareja acordaba los nuevos términos de su relación. En el libro, Mary Jordan explica que Melania Trump justifica su ambición en que se limita a salvaguardar los intereses de su hijo. No es ninguna rareza que Donald Trump tenga que renegociar los términos económicos de sus relaciones sentimentales. Ivana Trump, la primera esposa del magnate y presidente, renegoció su acuerdo tres veces. Marla Maples, su segunda esposa, no lo hizo y se llevó una suma bastante reducida. Durante la campaña electoral, Melania ya comenzó a pensar su acuerdo necesitaba actualización, sobre todo al ver el ingente trabajo que requería su nuevo papel y en su contribución decisiva al éxito de su esposo.
Una de las claves de esta preocupación de Melania Trump tiene que ver con Ivanka. La hija mayor del magnate tiene todas las papeletas para heredar el imperio de su padre, y la primera dama no quiere que al situación de su hijo Barron dependa de la buena voluntad de Ivanka, con la que no tiene muy buena relación. En el libro de Mary Jordan también se cuenta un efecto colateral de la ausencia de Melania de la Casa Blanca en aquellos primeros meses de mandato, que tiene que ver con Ivanka. Esta aprovechó para ocupar algunas de las estancias privadas que corresponden a la primera dama e incluso a «usurpar» parte de sus funciones de representación. Cuando Melania logró sus objetivos y se trasladó a Washington, ella misma se encargó de aclararle su posición a la heredera política de su padre, que no volvió a aparecer en las dependencias privadas de la Casa Blanca.
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