Máxima de Holanda vuelve a sonreír, y cómo. Tras la desolación que mostró en el entierro de la princesa Cristina Holanda, la reina de los Países Bajos ha vuelto a la agenda pública junto a su marido, el ahora barbudo rey Guillermo. En un acto en el que también estuvieron los reyes de Bélgica, Felipe y Matilde. Máxima apareció ataviada con un look idéntico al que llevó a principios de junio en un acto oficial en Holanda, rematado con una sonrisa contagiosa. El acto lo merecía: los cuatro reyes celebraban en Terneuzen la conmemoración de la batalla del santuario del Escalda, que entre octubre y noviembre de 1944 dio inicio al final de la ocupación nazi y la liberación de ambos países.
Máxima iba ataviada con una blusa holgada levemente drapeada con mangas de obispo y una falda midi en color siena con detalle anudado en lazo. Como complementos, uno de sus indispensables clutch y una combinación de pamela, guantes y tacones en tonalidades granate, junto a unos llamativos pendientes en bordón. A Máxima se la pudo ver muy alegre y emocionada durante todo el acto -que incluyó un encuentro con los veteranos aún supervivientes de aquella hazaña- y muy espontánea con el público y con la reina Matilde, con la que mantuvo una especial complicidad toda la jornada.
La batalla del santuario de Escalda fue un hito en la campaña de liberación de Europa, una en la que el 1er Ejército canadiense lideró una ofensiva de candienses, británicos, belgas, holandes y polacos contra el 15º Ejército alemán. Unos 60.000 aliados, con pocos recursos -las fuerzas de Patton todavía se estaban lamiendo las heridas del fracaso de la Operación Market Garden-, contra 90.000 alemanes atrincherados en el Estuario del Escalda, cortando la necesaria salida del puerto de Amberes. La batalla, que se prolongó un mes, supuso la culminación de la liberación de Bélgica y el inicio del desalojo del boche de los Países Bajos.
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