Enrique Ponce cogió ayer por la tarde un capote metafórico para dar uno de sus pases de pecho más perfectos, solo que lo hizo para zafarse no de la embestida de un toro, sino de la prensa. Porque el diestro, que iba a estar presente en un evento en el que se le había anunciado a bombo y platillo, decidió que era mejor poner una pantalla de por medio con la prensa y evitar la incomodidad de las preguntas sobre su vida privada.
Ponce estaba citado en la tarde de ayer en el estadio Wanda Metropolitano, en Madrid, para la puesta de largo de ‘Tauro Ten’, una plataforma taurina que, finalmente, tuvo el apadrinamiento presencial de otros de sus compañeros de profesión, como Miguel Ángel Perera, Cayetano Rivera, Román, Sebastián Castella y Lea Vicens.
Sí, él cumplió con la organización, pero no con los medios que esperaban poder sacar un titular de su nueva vida con Ana Soria. Enrique recurrió ese clásico plasma de Mariano Rajoy, a la videoconferencia que tan de moda se ha puesto en tiempos del coronavirus, evitando que sus palabras fuesen más allá del mundo del toro.
En sentido estricto, participó en esa rueda de prensa, pero sin posibilidad a seguir hablando de lo que pasa en su corazón. Considera que ya ha hablado suficiente. Y lo que no ha salido de su boca, lo hemos podido interpretar con esas fotos que publican dos revistas del corazón este miércoles de sus primeras vacaciones con Ana en las que la complicidad cobra mucha más fuerza que cualquier titular.
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