A menudo nos encontramos con perfiles en Twitter que son meros canales para que quien está detrás de la cuenta tan solo lo use como medio de información. Las noticias y datos que mueve esta red social a lo largo del día, es inabarcable, dando paso a una especie de ‘voyeurismo’ digital. No sabemos si Iñaki Urdangarin se encuentra dentro de ese grupo que solo mira o si, directamente, se ha olvidado de que su Twitter existe.
Lo decimos porque mantiene su cuenta abierta, pero desde el año 2011 no registra ningún tipo de actividad. Fue el 4 de noviembre de ese año cuando el marido de la Infanta Cristina compartió un artículo sobre la ‘epidemiología digital’. No fueron pocos los que usaron esta ventana para empezar a sentenciarle antes de que el juez lo hiciera.
Cuatro días después de este mensaje, la policía registraba las oficinas del Instituto Nóos. Y el 29 de diciembre, a Iñaki se le imputaba dentro de este caso por el que, ahora, cumple condena en la cárcel e Brieva, en Ávila. Desde que estallara el escándalo, desapareció de Twitter, pero no cerró la cuenta… ¿quizás con la intención de recuperarla cuando las aguas se calmaran? Ese día, no parece estar cercano.
Lo curioso es que, durante el año en el que utilizó la red social, lo hizo sin esconderse. No acudió al parapeto de hacer privada la cuenta y dar acceso a quien entre dentro de su círculo de confianza (algo que sí han hecho sus cuatro hijos, por ejemplo). Iñaki se dedicaba a compartir, sobre todo, noticias e informaciones relacionadas con el mundo de la tecnología. Y se exponía a los exabruptos de los más que conocidos ‘haters’ que campan a sus anchas en el universo virtual.
Con algo más de 5.000 ‘followers’, tan solo sigue a 37 cuentas relacionadas, además de con las tecnologías, con el mundo del deporte. Recordemos su condición de exjugador de balonmano (medallista olímpico, incluso) y su relación con el Comité Olímpico Español una vez retirado de las canchas.
Lo que no ha quedado claro es si en Twitter también se ha retirado o si, por sorpresa, reaparecerá algún día, tratando de recuperar la normalidad que perdió fruto de esos actos por los que está pagando con su condena judicial.
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