Es más que probable que don Juan Carlos celebre estos días su 82 cumpleaños en alguno de sus restaurantes favoritos. Las rutas gastronómicas por España le proporcionan sus mayores alegrías desde que abdicó en junio de 2014. “Me lo dijo la última vez que le vi, hace un par de años. Me recibió en su despacho en el Palacio Real. Le encontré muy aliviado, me contó que por fin tenía tiempo de hacer cosas normales, de esas que para ti y para mi resultan extraordinarias pero no lo son, como ir a los restaurantes con los amigos. Volver a competir en vela era su mayor reto", me cuenta Laurence Debray (París, 1976), autora del documental Yo, Juan Carlos I, y experta en la figura del rey. "Le vi bien, algo amargado por estar tan apartado, porque su hijo no le pidiera consejos. Eso le había sorprendido un poco. Uno siempre se cree indispensable, después de haber pasado 40 años en el poder piensa que la nueva generación va a acudir a él. Y siempre se equivoca”, añade la historiadora entre risas.
Debray, hija del filósofo Regis Debray y de la antropóloga Elizabeth Burgos, viajó por primera vez a España a los seis años. Entonces, descubrió al "jefe del Estado más joven de Europa, de aspecto atlético y con un encanto irresistible, que sin cesar rompía el protocolo para disgusto de los Servicios de Seguridad, que se enfrentaban a la amenaza real de ETA", relata en su biografía Hija de revolucionarios (Anagrama). Colgó en su habitación una foto del rey con uniforme de gala -que su padre se encargó de sustituir enseguida por otra de François Miterrand, íntimo de la familia-. "Cuando rodé el documental Yo, Juan Carlos I, se lo conté. Se echó a reír y me dio una foto firmada para mi hija de cuatro años, que a su vez le había hecho un dibujo. ‘Así tú tienes una y tu hija, también’, me dijo”. Durante la realización del filme, que aún no se ha estrenado en España –sí en Francia, con datos de audiencia más que notables–, Debray se convirtió en la sombra del monarca.
“Es una persona muy natural. No le hace notar a nadie que es rey. Habla con todo el mundo y cuenta muchos chistes".
-¿Es un seductor?
-Sí, pero no solo con las mujeres. También sedujo a los españoles. Don Juan Carlos sobrevivió políticamente porque, durante la Transición, supo dialogar con todos. Con los militares franquistas y con Santiago Carrillo. Sé que hoy no es una persona popular en España, pero espero que en un par de años le reconozcan lo que hizo. Ha tenido una vida muy dura. Cuando hicimos el documental le costaba decir ‘yo’. Era siempre ‘nosotros’. No quería admitir sus sentimientos, pero se le saltaban las lágrimas con algunas imágenes de su infancia, con su abuelo, con su padre… Ha tenido un destino de novela pero muy triste. Y que hoy nadie le reconozca nada…
¿Cómo es su relación con don Felipe quien, por cierto, aparece en el documental?
Don Juan y él hablaban mucho. Tenían una gran complicidad, a pesar de los problemas con Franco, de que don Juan Carlos tenía el título y don Juan, no. Don Juan Carlos me contó que se entendían solo con la mirada. Se respetaban. Yo no sé si don Felipe tiene hoy en día esa relación con el rey. Creo que está un poco apartado, como alguien que molesta.
¿Le habló de doña Letizia?
Él siempre me dijo que era muy buena madre y nunca mostró ninguna crítica ni desdén hacia ella. Doña Letizia ha cerrado la Casa Real. Yo no habría podido rodar el documental sobre don Juan Carlos con don Felipe y doña Letizia. Tuve libertad total, no me pidieron ninguna pregunta, el entonces jefe de la Casa Rafael Spottorno no ejerció ningún control. No intervinieron y todo fue muy fluido. Creo que ahora sería imposible. Controlan mucho su imagen, lo que pueden o no decir. Sé que Paris Match lleva años pidiéndoles unas fotos que no sean las oficiales sin éxito. No sé si las redes sociales les han hecho más cautelosos, pero antes los jefes de Estado no estaban tan pendientes de su imagen.
¿Qué le ha parecido el papel de la princesa de Asturias a lo largo de 2019?
Es muy mona y todo lo hace muy bien. Es un elemento muy positivo para la Monarquía española. No sé si va a reinar o no, pero la están preparando muy bien.
Laurence Debray ha conseguido que su biografía se presente en Venezuela, de donde es su madre. "Es un tema espinoso en mi familia, el de Venezuela. No puedo hablar de ello con mi padre", me confiesa -, Regis Debray se unió a la guerrilla del Che Guevara en Bolivia, donde fue acusado a 30 años de cárcel por haber traicionado al Che de los que cumplió cuatro, y aún no ha abjurado, como su hija, del Comunismo-. Hija de revolucionarios merece sin duda una adaptación cinematográfica, pero su autora se conforma con que Yo, Juan Carlos I, se estrene finalmente en España.
La autora sigue de cerca la actualidad española. "Parece una telenovela", me dice. Próxima a Felipe González y Alfonso Guerra, a quienes conoció de niña en Sevilla poco antes de la Expo’92, cree que los líderes políticos actuales son muy diferentes a los que trató el rey Juan Carlos. "González, Guerra, Carrillo… Eran gente que tenía el destino de España y su futuro muy en cuenta, y sabían de dónde venían: de una Guerra Civil y una dictadura. Había una conciencia histórica. Entonces, yo leía mucho lo que se decía fuera, las notas de los diplomáticos extranjeros. Todo el mundo decía que iba a haber otra Guerra Civily que el rey iba a ser un Franco light. Pero hubo un orgullo español de decir ‘no, no vamos a caer en la trampa y lo vamos a hacer bien’. Los líderes sabían de dónde venían y dónde querían llevar a España. Hoy hay más ambición personal y menos conciencia nacional. Me parece. Lo veo todo desde fuera, con una cierta distancia. Y a lo mejor me equivoco. Pero esa es la sensación que tengo”. Cree además que el rey Felipe se enfrenta a un "reto interesante. Pero en momentos como éste te das cuenta de la utilidad del rey, porque a España le cuesta mucho tener una coalición política y un gobierno. Al menos la figura del rey está ahí”.
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