Caprice Bourret, la ex de Rod Stewart que se sentó en el trono de Isabel de Inglaterra

No hay tregua para el príncipe Andrés. Apartarse del foco mediático no le ha servido para que la prensa, que estos días ponía sobre la mesa las claves que le incriminarían en el Caso Epstein, se olvide de él. Al contrario. Su retirada entre las cuatro paredes de su casa tan solo han servido para que se sigan aireando detalles de una vida poco o nada acorde con los valores de palacio.

El último en lanzarle una ofensiva ha sido el diario ‘The Sun’. ¿Cómo? Rescatando un amor del pasado a quien permitió tener una conducta irreverente para las rígidas normas por las que se guían en la corona británica. Su nombre es Caprice Bourret, y puede sonarnos por dos motivos. El primero, porque es una conocida diseñadora de lencería (también modelo y actriz). El segundo, porque además de pasar un rato en el corazón del hijo de Isabel de Inglaterra, también fue pareja de Rod Stewart.

El mencionado medio asegura que, durante el tiempo que duró el romance, el duque de York invitó a Buckingham a Caprice. Una fuente cercana a esta ha relatado en el tabloide cómo se llevó un objeto de palacio, al parecer, con el beneplácito del anfitrión. «Vio un cuenco que le gustaba y le preguntó a Andrés si podía robarlo y enviárselo a su madre. Ella dice que él la dejó, ¡y a su madre le encantó!», son las palabras que recoge ‘The Sun’.

No solo eso, sino que el príncipe le habría permitido sentarse en el trono de Isabel II. Un gesto demasiado descarado y que puede sumarse a la lista de elementos desestabilizadores que rodean a la monarca británica desde hace meses. Porque parece que su familia se ha propuesto amargarle la recta final de su reinado (y de su vida).

La misma fuente relata cómo, mientras eran pareja, acudieron a ver una película de ‘Star Wars’ y lo molesta que se sintió ella por las enormes medidas de seguridad que les rodeaban: «Ella estaba molesta porque se perdieron los primeros diez minutos mientras su equipo de seguridad despejaba el camino y se aseguraba de que la fila de atrás estuviera vacía para garantizar su privacidad».

La relación entre ambos no pasó de ser un puñado de citas. Después, se cruzó en el camino del príncipe Virginia Roberts, quien le acusa de abuso sexual. El resto de la historia, cómo se está sometiendo a dos juicios, el oficial y el público, es de sobra conocida por los lectores de esta publicación.

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