El anuncio del príncipe Andrés de retirarse de la vida pública ha generado muchas preguntas que intrigan tanto a Reino Unido como al resto del mundo. ¿Qué papel jugó su madre, la reina Isabel II, en la decisión? ¿Cuál es el rumbo que va a tomar la vida del duque de York a partir de ahora?
El príncipe Andrés fue visto en el palacio ayer por primera vez desde que tuviera lugar la entrevista de una hora con la periodista Emily Maitlis de la BBC el pasado sábado, en la que intentó justificar, sin éxito, haber mantenido su relación con el millonario estadounidense Jeffrey Epstein tras cumplir condena por pedofilia. Su ausencia de empatía con las víctimas y sus inauditas explicaciones han generado un torbellino de titulares en la prensa británica, haciendo tambalear a la Corona con una de sus mayores crisis de imagen. Con la entrevista, que aceptó siguiendo el consejo de su oficina privada, se esperaba que el príncipe limpiara su nombre para poder continuar así con su papel como personaje público que forma parte de la realeza, pero el resultado ha sido completamente opuesto.
Uno de los asuntos que hicieron saltar las alarmas en la conversación televisiva fueron su negació reiterada de las acusaciones Virginia Giuffre, quien afirma que mantuvo relaciones sexuales con el príncipe en tres ocasiones cuando ella tan solo tenía 17 años. El duque intentó defenderse afirmando que no recuerda haberla conocido o haber sido fotografiado con ella y declaró que conoció a Epstein a través de la socia del millonario, Ghislaine Maxwell, a finales de los 90; un argumento que el periódico británico The Times se encargó de desmontar publicando una carta de un antiguo secretario privado que sugiere que la amistad con Epstein se inició a principios de los 90.
Aunque Buckingham no ha especificado cuándo tuvieron lugar las conversaciones sobre las consecuencias del escándalo, según ha confirmado la edición estadounidense de Vanity Fair, su madre, Isabel II, le dio su aprobación antes de enviar el comunicado de dimisión. Habría sido difícil adivinar la tormenta que se avecinaba en Windsor a juzgar por la actitud estoica de la reina durante el acto que potagonizó ayer mismo. Anoche, la monarca entregaba los premios internacionales que otorga cada año Chatham House; uno a su viejo amigo, el científico y divulgador naturalista David Attenborough, por su trabajo por la concienciación sobre la contaminación con plásticos en los océanos; y otro al jefe de la Unidad de Historia Natural de la BBC, como representante del equipo que ha creado el documental Blue Planet II de la cadena y que tiene la misma intención. Tuvo tiempo incluso para bromear.
El príncipe Carlos, inmerso actualmente en su tour por Nueva Zelanda con la duquesa Camilla, también intervino en la estrategia, junto a otros miembros de la casa. “El duque consultó la decisión con la reina, el príncipe de Gales y otros miembros de la familia que también apoyaron la decisión”, afirma un portavoz del palacio en declaraciones a la periodista británica Katie Nicholl.
El príncipe Andrés intentó limpiar su nombre ayer en su comunicado, pero ya era demasiado tarde. “Sigo lamentando, inequívocamente, mi asociación mal juzgada con Jeffrey Epstein. Su suicidio ha dejado muchas preguntas sin responder, especialmente para sus víctimas,y empatizo profundamente con todos aquellos que de alguna forma han sido afectados y quieren cerrar el capítulo. Solo puedo desear que, con el tiempo, sean capaces de reconstruir sus vidas. Por supuesto, estoy dispuesto a apoyar cualquier aplicación de la ley adecuada a las investigaciones, si es necesario”.
Después de las inconsistencias y las incógnitas que quedaron sábado, Andrés ha utilizado también la declaración para abordar la situación y explicar su decisión. “En los últimos días me ha quedado claro que que las circunstancias relacionadas con mi antigua relación con Jeffrey Epstein se han convertido en un problema serio para el valioso trabajo que hace mi familia y las numerosas organizaciones y ONGs a las que estoy muy orgulloso de apoyar”, escribió. “Por lo tanto, le he preguntado a su majestad si debería retirarme de mis deberes públicos en el futuro previsible y ella me ha dado su permiso”.
Además de poner fin a su actividad como miembro de la familia real, Andrés se retirará como embajador de alrededor de 230 organizaciones benéficas, algunas de las cuales dudan de la lealtad del duque tras su intervención televisiva. Entre ellas destacan el English National Ballet o incluso la canadiense Rideau Hall Foundation, que ahora se verán obligadas a buscar nuevos patrocinadores. Desde la emisión del programa, un gran número de patrocinadores, como el banco Standard Chartered y la auditoría KPMG se han desvinculado del apoyo comercial que proporcionaban a la iniciativa del exmarido de Sarah Ferguson, Pitch@Palace, una organización encargada de proporcionar apoyo a los jóvenes emprendedores con el objetivo de impulsarles en su trabajo.
Una de las mayores incógnitas tras la revulsiva noticia es de dónde obtendrá ahora el príncipe Andrés sus ingresos. A pesar de estar en el centro de uno de los escándalos más serios que han azotado a la familia real en su historia reciente, el Buckingham Palace ha sentenciado que Andrés seguirá formando parte de la familia real (aunque cese su actividad oficial como miembro de la misma) y continuará apareciendo en los principales actos como de costumbre, en ceremonias como la Trooping the Colour –la celebración oficial del cumpleaños de la reina– y las conmemoraciones a los caídos en la guerra. Algo que una fuente de palacio ha corroborado: “Sigue siendo un miembro de la familia real, coronel real y veterano de guerra, por lo que seguirá participando en Trooping the Colour y el día del Remembrance”.
Otra pregunta es si su desaparición de la agenda real afectará a su sueldo como royal. El duque de York, que vive en el palacete del Royal Lodge Windsor junto a su exmujer Sarah Ferguson, recibe unas 250.000 libras al año de la reina. Los contribuyentes británicos cubren sus gastos de seguridad personal, incluyendo el salario de sus escoltas. Dado que ya no llevará a cabo ningún compromiso, es probable que el asunto de su seguridad sea revisado.
Algo nos dice que no va a recibir su nueva situación con agrado. Como recordaba Nicholl, en 2011, Andrés enfureció cuando sus hijas Beatriz y Eugenia de York fueron despojadas de sus escoltas y ordenó que renunciaran a sus deberes reales y persiguieran sus carreras de forma independiente a la familia real británica.
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