Ana Soria es el claro ejemplo de que, cuando se te cruza el amor por delante, la revolución que experimentas puede poner toda tu vida y los planes que habías hecho patas arriba. La joven está en esos compases iniciales de su relación con Enrique Ponce, en los que todo es tan bonito, que una no se lo piensa a la hora de cambiar la hoja de ruta que tenía en la cabeza.
Su romance trascendió a los medios a principios de verano, coincidiendo con la noticia de la separación matrimonial del torero de Paloma Cuevas. Desde entonces, hemos conocido todo tipo de detalles de la vida de ella junto al diestro, pero también a nivel individual. Como esa beca Erasmus que iba a realizar este año en Polonia, y que finalmente ha quedado en el aire.
Con las imágenes de Ana y Enrique mudándose a ese nidito de amor con el que se han hecho en Almería, con vistas al mar, y el traslado de expediente de la Universidad de Granada a la de la esta otra capital andaluza, queda más que claro que su vida está allí. Al lado de su pareja. Que el amor ha pesado más que las ganas de vivir una experiencia única como lo es esa beca que te permite viajar por Europa a estudiar.
Y si bien esta es la tesis que está sobre la mesa, no menos cierto es que el avance de la segunda ola del coronavirus ha provocado que miles de estudiantes del viejo continente hayan optado por una opción más cauta como lo es quedarse en su país de origen y no correr riesgos de poder quedarse en un lugar lejano a casa. Todo ello, a pesar de que el programa de estudios sigue adelante.
Sea de una manera o de otra, lo que si está seguro es que Soria tiene en mente continuar con esa carrera universitaria. A pesar de que, cuando comenzó a ganar en peso mediático, desde su entorno estudiantil se apuntó que ella tenía más interés en crecer como ‘influencer’ que en recoger el testigo del bufete de su padre cuando remate sus estudios de Derecho.
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