Un día más, la pareja celeb del momento, ha vuelto a salir a la calle para pasear a sus dos perros: un bichón maltés, del que Ana de Armas jamás se separa, y un pastor aleman, compañero fiel de Ben Affleck desde hace años.
Las escasas salidas permitidas en todo el mundo (y que los actores aprovechan para salir a pasear por su urbanización de Los Ángeles) son una excusa para lucir estilismos que de otra manera nadie vería. Porque la crisis sanitaria nos ha demostrado -a pesar de la tendencia generalizada a señalar que nos vestimos para gustar a los demás- que a la hora de vestirnos, importan muchos otros factores. “Ya no hay ni eventos, ni desconocidos a nuestro alrededor. No hace falta que mandemos ningún mensaje”, le contaba la psicóloga Maite Prego a Vogue.
Pero, entonces, ¿por qué lo hacemos? Principalmente, porque nos hace sentirnos mejor. Tener un propósito al levantarnos de cama cada día es crucial para afrontar la rutina de la mejor manera posible desde el confinamiento; además, la ropa que escogemos nos define: es nuestra carta de presentación, también para nosotros mismos.
Por eso y porque probablemente sepa que los paparazzi estarán pendientes de cada uno de sus movimientos, la actriz, que tendrá un papel fundamental en la última película de la franquicia de James Bond, Sin tiempo para morir, escoge sus estilismos con cuidado, aunque nunca renuncia a un toque effortless.
Y, a estas alturas, ya a nadie la sorprende que ese aspecto descuidado que buscan las celebridades desde hace años, sea, en realidad, resultado de una toma de decisiones estratégicas. Desde que su noviazgo se confirmó, Ana de Armas se esforzó por encontrar prendas que estuviesen a medio camino entre la comodidad y la sugerencia: cárdigans, conjuntos boho, vestidos de terciopelo…
Esta vez, la protagonista de Puñales por la espalda, ha apostado por la nostalgia de los 90, que llevamos viendo desde hace temporadas en la pasarela. Lo más probable es que la actriz, que nació en 1988, sienta especial predilección por el aspecto minimalista que hace décadas defendieron compañeras suyas de profesión como Angelina Jolie, Cameron Diaz o Gwyneth Paltrow.
La fórmula es sencilla: se necesitan unos mom pants (pantalones de madre) que tienen un talle distinto al que hasta hace muy poco abundaban en las tiendas de ropa low cost; esta vez, llegan hasta el ombligo; una camiseta de tirantes negra (una opción distinta a la tradicional camiseta blanca) y en los pies, las botas que han vuelto locas a las celebridades: las combat. Botas de querencia militar que elevan cualquier estilismo, sea con un pantalón vaquero, un vestido de aspecto californiano o un chándal de lujo.
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