Donde fueres, haz lo que vieres. Así, siguiendo el dicho, la reina Letizia cada vez que viaja a Mallorca presume de un bolso muy especial. Fabricado con tela de llengües o tela mallorquina, en azul o en rojo, la monarca ha combinado este complemento con un sinfín de looks. Sin olvidar, sus incondicionales alpargatas. De este modo y de forma indirecta, la asturiana hace un guiño a la preciada artesanía de la isla y rememora la importancia de su historia.
El tejido de llengües (‘lenguas’ en castellano, por recordar a las llamas o lenguas de fuego) es tan característico de Mallorca como lo pueden ser sus preciosas playas o sus deliciosas ensaimadas. A principios del siglo XVIII, este tipo de textil se utilizaba en las casas de la alta sociedad mallorquinas. Ropa de cama, cortinas y manteles eran confeccionados con este tejido y expuestos en los eventos más relevantes de la jet set de la época.
“Se trata de una tela de fabricación manual. Las originales están compuestas en un 70% de algodón y un 30% de lino. Su medida es de 150 cm de ancho. Un metro de esta exclusiva tela ronda los 60 o 70 euros”, nos explica la experta en tejidos baleares Josefina Borrallo. “Hacer, por ejemplo, unas cortinas de tela de llengües puede resultar muy caro. Eso sí, al ser artesanas, puedes pedir lo que quieras. Tanto en forma como en colorido”.
Mediante la técnica del ikat, uno de los procesos de teñido más complejos del mundo, se colorean las telas por zonas antes de tejerlas para evitar que se tiñan partes indeseadas. Se colocan en una estructura de madera y se dejan secar al sol. Cuando el teñido está seco, se hila en un telar y el dibujo aparece lentamente según las zonas coloreadas. De esta forma, cada tela de llengües es única.
“Con la mecanización, las telas de llengües se han abaratado mucho. El patrón se puede hacer en cualquier máquina del mundo. Eso sí, el resultado no es igual”, explica Borrallo. “Una forma de diferenciar la tela de llengües artesana de la mecanizada es que el dibujo en las artesanas no es exacto pero sí coincide en ambas caras de la tela”.
Aunque esta tela lleve impreso el sello balear, el origen de su técnica se remona al siglo V y llegó a la isla gracias a la Ruta de la Seda. Asia y Europa estaban conectadas a través las rutas comerciales chinas que mandaban no sólo estos textiles sino también especias y otras mercancías. En Francia e Italia, el ikat se popularizó entre los tejidos de la realeza pero dejó de practicarse a mediados del siglo XX.
“Mallorca se ha convertido en el último reducto de producción de esta maravilla artesana en toda Europa”, nos explica Borallo. “Antes se utilizaban para hacer manteles, paños de cocina y cortinas, hoy son muy populares para fabricar todo tipo de complementos de moda. Zapatos, neceseres e incluso bolsos como el que ha lucido Letizia en Mahón”.
Borrallo nos cuenta que en Mallorca quedan pocos talleres que se dedican exclusivamente a ello. “Se fabrican fundamentalmente en los pueblos. Ahora con el COVID-19 todo se ha complicado pero antes se podían hacer excursiones para entender este particular proceso”. Teixits Riera en Lloseta, Teixits Vicens en Pollença y Artesania Textil Bujosa, en Santa María, son algunos de ellos.
Aunque en el caso del bolso azul, Letizia no se ha personado en estos lugares y ha hecho su compra por Internet como lo haría cualquier ciudadano común. ¿El motivo? Apoyar con su compra la investigación de la fibrosis quística através de las Bolsas solidarias FQ.
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