Tres exfoliantes caseros para que tu cuerpo presuma de piel lisa, suave y luminosa

Si la cuarentena te ha pillado con una visita a tus firmas de belleza favoritas pendiente, no te preocupes porque, como ya contamos aquí, la despensa y el frigorífico son buenos aliados a la hora de cuidar nuestra piel. Y tan importante es que nuestro rostro tenga un buen aspecto, como que el resto de nuestro cuerpo no se resienta por el cambio de rutinas, la sequedad del ambiente y el resto de las amenazas diarias a las que se enfrenta.

A la satisfacción de crear tu propia mezcla casera, y la tranquilidad que da saber que se trata de ingredientes naturales, se une que ahora tienes todo el tiempo del mundo para ducharte con tranquilidad y dedicarte los cuidados que necesitas. Ya no tienes excusas para que tu piel luzca como se merece antes de que empiece la temporada de verano. Solo tienes que escoger la que más se ajusta a sus necesidades.

Nuestra primera sirve para combatir el envejecimiento prematuro de la piel y tiene como ingrediente principal una fruta que podemos incluir fácilmente en nuestra compra en esta época del año, las fresas. Aplasta tres o cuatro (si son pequeñas alguna más) y mézclalas con una taza de azúcar, un cuarto de aceite de coco y otro de avena, y ya tendrás tu propia fórmula antienvejecimiento.

Si lo que quieres es que tu piel recupere su aspecto después de algún brote debes apostar por la harina de garbanzo, un excelente exfoliante para pieles propensas a las imperfecciones. Junto a una taza de este ingrediente, tienes que poner un cuarto de vinagre de manzana, una cucharada de menta seca y 10 gotas de aceite de árbol de té.

Aquellas que quieran mejorar el tono que ha dejado en su piel el frío del invierno y la escasez de luz y estimular la circulación deberán apostar por una combinación de frutas muy refrescante. Dos cucharadas de puré de papaya y la ralladura de un limón y una naranja son protagonistas de este exfoliante casero al que debes añadir media taza de sal y otra media de azúcar, además de un cuarto de aceite de girasol.

Todas ellas debes aplicarlas sobre la piel húmeda, frotando suavemente durante dos o tres minutos con movimientos circulares. Y una vez que salgas de la ducha es vital que hidrates tu piel, para que la exfoliación no resulte dañina.

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