Una pastilla de jabón parece algo insignificante, pero en ocasiones como estas resulta mucho más poderosa que cualquier otra arma de defensa convencional, así que sácalas del armario, donde las tenías para dar olor a la ropa y úsalas como es debido, porque se van a convertir en la mejor defensa frente el coronavirus.
La era moderna sustituyó estos bloques para la higiene por jabones líquidos y dosificadores, pero ha tenido que venir una pandemia para darle a la pastilla de jabón su lugar en el tocador. Cuando termine todo, es muy probable que te aficiones a esta forma de higiene y que hasta la extiendas a la limpieza del rostro (hay pastillas específicas para este menester).
¿Sus grandes bazas? La gran mayoría de las pastillas de jabón están elaboradas hoy en día con ingredientes naturales y tienen poquísimos componentes, algo que agradecerá tu piel. A diferencia de los formatos en gel, no suelen contener colorantes, perfumes artificiales ni conservantes, así que eso menos que te llevas para el cuerpo. Y, por si no lo sabías, el ingrediente en mayor cantidad de los jabones líquidos es el agua, por lo que el jabón en barra tiene mucha mayor concentración de activos.
Además, las pastillas generan muchos menos residuos, dado que suelen estar envueltas en un papel (muchas veces, sostenible), sin más aderezos ni envases, no usan plástico y no contienen elementos no biodegradables.
Por si esto fuera poco, en tiempos de escasez de hidrogeles alcohólicos y de jabones líquidos de manos, la pastilla de jabón tiene la ventaja de que dura muchísimo más tiempo. Y no solo eso, puedes encontrar versiones, con un plus, en función de lo que busques. Por ejemplo, si necesitas una hidratación extra, asegúrate que contenga glicerina, manteca de karité, cera de abeja…; si quieres limpiar o higienizar la piel de los más pequeños, las pastillas de jabón con caléndula, extracto de manzanilla o aloe vera son una buena opción; si eres una ecologista de pro, encontrarás muchas opciones bio. Todas respetan el pH de la piel, no llevan tensoactivos ni detergentes y son magníficos limpiadores.
Por algo desde tiempos inmemoriales el jabón sólido ha sido el protector contra microorganismos. La pastilla funciona como cualquier otro jabón, rompiendo la membrana del virus y desprendiéndola de la piel. Y por si todo esto fuera poco para reconciliarnos para siempre con el jabón de la abuela, aquí va otra razón: su aroma. Los aceites esenciales que incorpora son inimitables, por muy lograda que esté la alquimia química, y los hace menos irritantes.
Finalmente, si te preocupa algo que hayas oído por ahí acerca de que los jabones tradicionales son un foco de bacterias, piensa que si fuera así no los utilizarían los cirujanos para lavarse las manos antes de entrar en quirófano, ¿no crees? No hagas caso de los bulos. Eso podría ser antiguamente, en los baños públicos, pero no ahora que se reserva para el uso familiar. Solo tienes que mantenerlo en una jabonera sin tapar para que se seque al aire libre.
Pero, sobre todo, lo importante, y esto sirve tanto para los jabones líquidos como para los sólidos, es que te limpies las manos correctamente. Recuerda: al menos 40 segundos de lavado con agua templada, sin dejar ni un solo lugar sin pasar el jabón, frotar después todo el área y hacer un secado escrupuloso.
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