Una de las bases para conseguir una piel radiante, luminosa y sin imperfecciones es la exfoliación. Retirar las células muertas de nuestra epidermis no solo arrastra la suciedad que se acumula ensuciando los poros y propiciando la aparición de las temidas imperfecciones, sino que también conseguirá devolverle la luminosidad a cualquier rostro, por apagado que esté. Para más inri, exfoliando de forma metódica y periódica nuestra tez, conseguiremos que los productos cosméticos que utilizamos habitualmente penetren de forma más uniforme y efectiva, multiplicando los efectos que prometen.
La exfoliación es un proceso sencillo que se puede conseguir mediante diferentes protocolos que podemos realizar en casa, o bien en un centro de belleza para obtener mejores resultados. A la hora de apostar por un nuevo tratamiento de belleza, lo ideal es consultar con un experto que nos aconseje sobre cuáles son las necesidades de nuestra piel y cómo debemos actuar en consecuencia. En Vanity Fair hemos hablado con el doctor Eduardo López Bran, fundador y director de la clínica IMEMA, sobre cuáles son las opciones que tenemos y cómo debemos hacerlo según nuestro tipo de piel.
Resultados profesionales
Lo mejor si buscamos una exfoliación profunda y completa es acudir a un centro dermatológico o de belleza, en el que adaptarán el tratamiento a nuestro tipo de piel y veremos los resultados deseados. Se puede conseguir mediante peelings químicos u otras técnicas como la microdermoabrasión, que pueden llegar a eliminar imperfecciones, marcas en la piel y estimular la producción de colágeno. Al ser tratamientos tan completos, no deben realizarse cada semana, López Bran recomienda espaciar los tratamientos “entre tres y seis meses, dependiendo del tipo de piel”.
De cara al verano, este tipo de tratamientos profundos no son recomendados, dada la gran exposición solar a la que nos sometemos en los meses estivales. Sería recomendable realizar la última sesión profesional entre los meses de marzo y mayo, sin esperar a que los rayos de sol se vuelvan fuertes y se vayan del todo los días nublados. Así, llegaríamos al verano con una piel luminosa y radiante, con mejoras en los casos de acné y marcas, además de un aspecto sano y repulpado.
En casa
Por el contrario, si lo que preferimos son tratamientos caseros para obtener diferentes resultados, las opciones son infinitas. Existen productos en crema que actúan a lo largo de la noche eliminando las células muertas de la capa superior de la piel; jabones con micropartículas y peelings químicos de menor impacto que en los centros de belleza. El mejor momento para aplicar estos productos es por la noche, ya que no nos dará el sol justo inmediatamente después de la exfoliación y evitaremos así las temidas manchas. La frecuencia con la que debemos exfoliar en casa nuestra piel dependerá de su tipología, pero en ningún caso debemos olvidar el protector solar con el fin de evitar las temidas marcas.
“La recomendación general para un tipo de piel neutra es 2 veces a la semana; pero cada persona es diferente”, recuerda el doctor. En el caso de “una persona joven con acné, podemos realizar la exfoliación días alternos”, ya que, según explica López Bran, llevar un protocolo marcado y seguir una rutina frecuente de exfoliación conseguirá desobstruir los poros y expulsar la queratina contenida en los comedones.
Física o química
Las opiniones en este sentido siempre han sido –y serán– dispares. Pero la tendencia parece recomendar apostar por los exfoliantes químicos, también en casa, antes que por los físicos. Rubén Rubiales, farmacéutico y CEO de Lesielle, explica por qué: “los físicos actúan exfoliando con una acción mecánica. Los más habituales son los granulados o los cepillos de cerdas. No los recomiendo en absoluto, ya que son más agresivos con la piel pudiendo llegar a arañarla e irritarla y perjudicando su función barrera y protectora”.
La firma ha desarrollado una serie de exfoliantes químicos personalizados –se puede elegir una base y un activo según cada tipo de piel– que son mucho más efectivos a la hora de activar la renovación celular, alisar la piel, limpiarla en profundidad y ayudar a eliminar el exceso de sebo y las arrugas. “Exfolian con una acción química que hace que las células muertas más externas se “despeguen” y se suelten. Utilizados en su correcta concentración son mucho más suaves y respetuosos con nuestra piel y se adaptan a cada tipología cutánea sin alterar su estado natural”, explica Rubiales. Entre los más populares y efectivos destacan el ácido salicílico y el ácido glicólico.
Firmas como Beauty Drops también han conseguido fórmulas efectivas con este tipo de alfa y beta hidroxiácidos, que consiguen buenos resultados si se utilizan de forma periódica. Pero, recordemos: “si abusamos, podemos irritar la piel”, advierte el doctor Eduardo López Bran.
Sin embargo, apostar por un gel exfoliante suave que permita mayor frecuencia de uso siempre es una buena idea, con micropartículas que no se notan al tacto con la piel como el último de La Roche-Posay. Estos se pueden utilizar en días alternos también en pieles normales. El resultado será una tez más luminosa y con ellos evitamos utilizar los clásicos scrubs con partículas visibles, normalmente más agresivos.
En cuanto a las cremas que actúan durante la noche –también con una exfoliación química–, algunas firmas como Freshly Cosmetics han conseguido desarrollar productos que consiguen eliminar impurezas sin causar perjuicios. En ese caso, con el uso individual de ese producto sería suficiente. Además, con estas cremas, geles y serums, se debe probar la tolerancia en la piel utilizándolos en una zona pequeña del cuello, para después hacerlo por todo el rostro varias veces por semana si no da reacción y aumentar la frecuencia de uso solo si la piel no se irrita.
Y, ¿las pieles sensibles?
“Las pieles sensibles se irritan con mayor facilidad. Si además padecen rosácea, debemos evitar exfoliar la piel. En esos casos, lo más recomendable es mantener una correcta hidratación de la piel”. La recomendación de Eduardo López Bran en cuanto a este tipo de pieles es más que clara, no son pieles que necesiten tratamientos agresivos como los exfoliantes, sino los cuidados correctos a base de hidratación. En el mercado podemos encontrar miles de productos adaptados a las pieles sensibles, solo es cuestión de buscar, de la mano de un dermatólogo.
En cualquier caso y tipo de piel, la irritación se debe evitar a toda costa, puesto que solo dañará la barrera protectora de la piel, propiciando la aparición de arrugas, manchas e incluso empeorando el acné en las personas que lo sufren.
De cara al verano
Seguramente esta sea una de las cuestiones que más nos interesan ahora que se acerca el verano es cómo debemos actuar en la época del año que más aprieta el sol. Pues bien, la pauta es sencilla: “en épocas estivales, es más recomendable no exfoliar o exfoliar de forma muy suave, dejando que la piel se recupere”, asegura López Bran. La razón también es muy simple y tiene que ver con los efectos de las radiaciones UVA y UVB en nuestra piel, “si la herimos y nos ponemos bajo el sol, solo conseguiremos las antiestéticas pigmentaciones; además de mayores probabilidades de quemar la piel”, explica.
Es decir, si queremos evitar las manchas a toda costa, pero necesitamos seguir exfoliando la piel, por ejemplo en casos de acné, debemos hacerlo de forma mucho más suave que el resto del año. Otra solución necesaria, a la que debemos acudir tanto si exfoliamos como si no lo hacemos, es la del uso del protector solar. Debemos reaplicarlo periódicamente en exposiciones largas, para evitar a toda costa las quemaduras y demás efectos envejecedores del sol.
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