Dismorfia corporal: qué es este trastorno

¿Verse bien del todo? La objetividad con uno mismo es complicada, pero muchas veces somos nuestros peores enemigos y tenemos una percepción que no sólo no resulta real, sino que nos machaca sacándonos defectos donde no los hay. Y eso es contra lo que la actriz Alison Brie lleva años luchando. La protagonista de la exitosa serie de Netflix inspirada en los 80, es portada de la edición estadounidense de Women’s Health, y en una entrevista muy sincera, ha hablado sin tapujos de los problemas mentales que le han afectado, entre ellos: la dismorfia corporal, un trastorno complicado con el que lidia desde hace años.

«Aún tengo que lidiar con el», admite de manera casual, explicando que vivir en Los Ángeles llegó a agravar su dismorfia. «Veía fotos de mi posando en alfombras rojas y lloraba porque me veía horrible. Luego pensaba que en realidad estaba guapa, pero una hora después volvían las lágrimas porque creía que mi cuerpo era desagradable. Creo que esto es algo con lo que siempre tendré que lidiar, al igual que con la depresión».

¿Qué es la dismorfia corporal?

El trastorno dismórfico corporal se define como la preocupación por algún defecto imaginado del aspecto físico, o cuando hay leves anomalías físicas, engrandecerlas hasta el extremo. Esto puede quedarse sólo en el plano psicológico, haciendo que la persona jamás se vea bien y se saque defectos imaginarios, o que trascienda a otro plano donde puede llegar a haber un enganche importante tanto a la cirugía o medicina estética.

Tanto el uno como el otro supuesto provoca malestar y afecta a otras áreas de la persona, los médicos dicen que es un diagnóstico complejo y que se asemeja al trastorno obsesivo-compulsivo o la hipocondría, en algunos casos.

El yoga, la disciplina que ha ayudado a Alison Brie a manejar su trastorno

La actriz no duda en hablar abiertamente de su dismorfia, al igual que lo hace sobre la depresión, un problema muy presente en su familia. «A veces surge de repente y me golpea fuertemente», admite Brie. Y aunque los antidepresivos le han servido de ayuda, ahora dice que prefiere hacer deporte en su lugar: «Cuando paso por un periodo de depresión grave, me obligo a ir a clases de yoga, aunque no me apetezca estar rodeada de gente o se me escapen las lágrimas. Pero estas clases te ayudan a despejar la cabeza y hacen que la sangre fluya», explica. «Me terminan ayudando mucho”.

¿La dismorfia tiene cura?

Para resolver todas nuestras preguntas, hablamos con Mª Victoria Sánchez López, psicóloga especialista en psicología clínica y directora de GrupoLaberinto Psicoterapia.

«El tratamiento psicológico incluye una modificación de la imagen corporal, no de la apariencia, de forma que sea más tolerable. Una persona con una insatisfacción permanente sobre su imagen, tiene una autoestima muy frágil, siendo la relación consigo misma negativa. Los parámetros de autoevaluación serán rígidos e inflexibles, intentar alcanzarlos le requerirá una gran inversión de tiempo y esfuerzo y no alcanzarlos supondrá alto nivel de sufrimiento», apunta la psicóloga.

La aceptación será la clave del tratamiento

Si una persona tiene una relación complicada consigo misma, y no se acepta, es muy probable que la relación con otras personas sea complicada también. Muchos dicen que es lo que padece Kim Kardashian o que se da en gente que no para de operarse porque jamás se ve bien, ¿es posible que esto le ocurra a los más enganchados al bisturí?

CASO PRÁCTICO PARA ENTENDER EL ORIGEN DE LA DISMORFIA

«Como psicóloga clínica lo que recomendaría es, cuando una persona se está planteando realizar algún tratamiento estético, preguntarse por qué es importante para él/ella. Supongamos que tengo una entrevista clínica con una mujer de 30 años que acude a mi consulta, y que insiste en querer operarse varias partes de su cara, ya que le generan rechazo cada vez que se mira en el espejo. Y relaciona este rechazo con sensación de asco, vergüenza o ansiedad. Muchas veces piensa, al estar con otras personas, que se están fijando en eso y la están juzgando, que seguro que piensan que es fea. O quizá no piensa eso, pero a ella le gustaría ser la persona más atractiva en ese grupo, o siente que debe ser perfecta, porque se siente más segura así.

En cualquier caso, sus pensamientos estarán centrados en esto y puede notar algunas sensaciones físicas de intranquilidad o incomodidad. Quizá evite hablar con las personas que están a su alrededor, porque se siente insegura. Es decir, si es un tema central en su vida, de forma recurrente se van a activar emociones, conductas, sensaciones físicas, creencias negativas… Vamos a imaginar que esta mujer, cuando era niña, con 5 años, durante un tiempo, vivió una situación en el colegio en la que algunos compañeros se burlaron de su aspecto físico, su nariz, su pelo, las gafas…

Así, en este caso, tendríamos una hipótesis que nos permite relacionar el pasado con el presente. ¿Qué tratamiento sería recomendable entonces? En primer lugar, resolver, desde un punto de vista psicológico, el efecto duradero que han tenido esos comentarios, de tantos años atrás. Tendríamos que ayudar a esta paciente a elaborar esos recuerdos, de forma que no arrastre emociones ni creencias negativas, que le limitan su bienestar en la actualidad. ¿Por qué? Porque si esta persona no elabora los aspectos psicológicos pasados, que siguen presentes, ningún tratamiento estético va a hacer que se sienta bien, siempre va a haber algo con lo que no está conforme, o que siente que tiene que mejorar. No va a poder gustarse o aceptarse tal cual es, ahora como adulta.

¿AFECTA MÁS A HOMBRES O A MUJERES?

Suele iniciarse en la en la adolescencia y edad adulta, siendo el inicio gradual o repentino. El curso suele ser crónico con remisiones, pero nunca completas. No hay diferencias de género.

¿CUÁL ES LA RAÍZ DE TODO?

María Victoria indica que siempre se debe hacer una evaluación individual para entender el origen de la psicopatología. Es como si alguien acude a su médico por tener fiebre, y le da una medicación para este síntoma, esto sería necesario, pero no suficiente, el médico debe buscar el origen del síntoma (por ejemplo, una infección), y tratar esto de raíz. Si sólo tratamos el síntoma es muy probable que en un tiempo vuelva a surgir el mismo síntoma u otro.

«Hay casos en los que puede estar relacionado con experiencias traumáticas relacionadas con el cuerpo (accidentes, operaciones, enfermedades, abuso sexual, maltrato…) y otras veces se puede relacionar con la relación con las figuras de apego, los cuidadores: haber recibido críticas sobre nuestra imagen, faltas de respeto y aceptación, alto nivel de exigencia, falta de atención», apunta la psicóloga.

UN REMEDIO PARA EL FUTURO

En la medida en que desde la familia y la sociedad se cuida lo suficientemente bien a los niños, les ayudaremos a que se sientan seguros, queridos, cuidados, a que tengan curiosidad, autonomía, empatía… y estos niños serán más libres para tomar decisiones en su vida adulta.

«Si en nuestra evolución hacia la vida adulta algo ha hecho que nuestra seguridad en nosotros mismos sea frágil, esto va a limitar nuestra tranquilidad, relaciones y decisiones en el futuro. Llegados a este punto, a veces, para poder darle sentido a lo que nos ocurre y construir nuevas alternativas, necesitamos la ayuda de un profesional, psicólogo clínico o psiquiatra, que nos permita construir nuevas narrativas sobre nosotros mismos y nuestras capacidades», apunta Mª Victoria.

Vía: ELLE ES

Fuente: Leer Artículo Completo