En este año de incertidumbre, son muchas las emociones que hemos sentido. El tiempo con uno mismo ha dado lugar a descubrir rincones de nuestra personalidad que no conocíamos, pero también a angustiarse ante la falta de control frente a las circunstancias extraordinarias.
Este sentimiento, además, ha originado que esa falta de control impregne todos los ámbitos de nuestra vida y que, en ocasiones, nos sentamos perdidos tanto en nuestras relaciones personales como en la que tenemos con nosotros mismos.
Pero existen diferencias entre pasar una mala época y dejarse llevar por sentimientos negativos y sufrir ansiedad, uno de los trastornos más comunes entre la población. ¿Lo síntomas que la identifiquen? Te los explicamos a continuación:
Miedo
Sentirse asustado es una de las evidencias más claras. Sentir que algo malo va a suceder en el trabajo, con la familia, con las pertenencias y con todo lo que nos rodea consigue que el sentimiento de confusión derive en una huida o lucha. Congelar los pensamientos, no saber qué camino elegir o quedarse parado sin buscar solución es parte del miedo propio de la ansiedad.
Desprotección
La impotencia, la falta de control o el desamparo también aparecen como causas de la ansiedad. Sentirse la víctima de todas las circunstancias, catastrofizar las situaciones y pensar que todo va a salir mal.
Frustración
En un año en el que las restricciones sociales incluyen el cierre de muchos negocios, sentirse encerrado consigue que lleguemos a pensar mal sobre todos los aspectos que nos rodean. No poder hacer planes ni ver a quién queremos es una de las sensaciones que solamente se curarán intentando gestionar la situación, haciendo un esfuerzo y viendo el lado positivo de los hechos.
Soledad
Como consecuencia de lo anterior, la frustración es un camino directo a la sensación de soledad. En este síntoma sentirás que estás desolado, que nadie te quiere y que no hay nadie cerca de ti con quién puedas hablar. Solamente sentirás ganas de permanecer en tu casa y pensarás mal de cualquier comentario.
Tristeza
El cómputo de todos los sentimientos anteriores da como resultado la tristeza. Las ganas de llorar aparecen constantemente, puedes llegar a perder el apetito o a tenerlo en dimensiones extremas, a morder las uñas más de la cuenta y a mostrar diferentes grados de nerviosismo que antes no te sucedían.
¿Cuáles son entonces las soluciones ante todos estos síntomas? Una de las claves está en la comunicación. Mantener informados a los que te rodean de lo que te sucede es primordial para poder descargar esa mala energía. Comparte los pensamientos con otras personas, deja que te escuchen y escucha también opiniones ajenas que te ayudan a fortalecer el vínculo emocional y físico.
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