A lo largo de los últimos años, el aceite de coco ha logrado colarse gracias a sus beneficios y propiedades entre los complementos alimenticios más demandados. Y, aunque cualidades como su poder antioxidante reafirman su buena fama, hay otras que conviene matizar o coger con pinzas.
El aceite de coco es un complemento alimenticio que proviene del prensado de la pulpa del coco y cuya composición nutricional es rica de ácidos grasos. En torno al 80 y el 90% de su composición son compuestos lipídicos, lo que hace que tenga una textura firme y sólida a temperatura ambiente.
Propiedades y mitos
La mayor parte de las declaraciones que sostienen que el aceite de coco es muy útil a la hora de perder peso o ayudar a sentirnos más saciados provienen de un estudio científico que analiza este aceite. Pero no el aceite comercial de venta en supermercados, sino el tradicional que se comercializa en mercados artesanales de Asia y América Latina.
Este estudio determina que aceite de coco desde el punto de vista químico es un triglicerido de cadena media, lo que hace que su metabolismo y procesamiento en nuestro organismo sea mucho más rápido que el de las grasas más comunes. Dicho en otras palabras, promueve la saciedad y previene el almacenamiento de grasa.
Y es aquí donde debemos coger esta información con pinzas. Conviene no perder de vista que los beneficios desde el punto de vista de la perdida de peso que se atribuyen al aceite de coco, no están presentes en todos los aceites procedentes de este fruto que se comercializan. Es más, hay literatura científica que incluso pone en duda que esto sea cierto y que algún tipo de aceite de coco ayude a prevenir el almacenamiento de grasa.
Aun así, el aceite de coco cuenta con propiedades antioxidantes que ayudan a retrasar el daño celular de los tejidos de nuestro cuerpo y fortalece el sistema inmunológico. Eso sí. Si tu objetivo es perder peso, mejor que no deposites todas tus esperanzas en un complemento alimenticio y te centres en la fórmula que siempre ha funcionado: dieta saludable y ejercicio físico.
¿Cómo utilizarlo en la cocina? ¿Y en cosmética?
Aunque la mayor parte de los platos en los que podemos integrar de forma natural el aceite de coco son de origen asiático, hay otras opciones donde también podemos incorporarlo. Por ejemplo, es un excelente aliado para elaborar postres crudiveganos a partir, sobre todo, de fruta fresca.
Dejando de lado los postres, si queremos dar un sabor distinto a nuestros salteados de verduras con noodles o tallarines, el aceite de coco es una buena opción. En la misma línea, su sabor encaja muy bien en platos donde esté presente el curry. Si te gustan las lentejas o el pollo con este toque asiático, puedes sustituir el aceite de oliva por el de coco.
Desde la revista de salud de la Universidad de Harvard recalcan no convertir el aceite de coco en la grasa empleada para todas nuestras comidas. Es decir, debemos utilizarlo como complemento alimenticio ocasional y no tanto como sustituto del aceite de oliva virgen extra.
Eso sí. Aunque a nivel nutricional el aceite de coco no sea la panacea desde el punto de vista de la pérdida de peso, es un buen complemento alimenticio sobre todo por su versatilidad. Lo mismo nos sirve para hacer un curry que para preparar un acondicionador capilar natural.
Vía: Women’s Health ES
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