Sus credenciales son impecables. Michelle Obama salió de la Casa Blanca con un índice de aprobación entre la ciudadanía estadounidense de un 68%, según datos de Gallup, y fue confirmada por segundo año consecutivo como «la mujer más admirada del planeta», según una encuesta de la misma firma realizada el pasado diciembre. Su potencial político es tal, que amenaza con barrer a las mujeres que Joe Biden, candidato demócrata a la Presidencia, está considerando para acompañarle en su ticket electoral. Frente a ella poco tendrían que hacer Elizabeth Warren, la candidata progresista, y Kamala Harris, un guiño al electorado afroamericano. Solo una figura como la de Obama sería capaz de unir a todo el partido demócrata, ahora mismo muy fracturado entre los liberales de Biden y progresistas de Bernie Sanders, y apelar de manera tan potente a enormes capas de la población del país. Por no hablar del impacto mediático que podría tener esta incursión de la ex Primera Dama en política. Sería una bomba capaz de barrer al mismísimo Donal Trump.
El Presidente Trump juega la partida de los procesos electorales com mucha ventaja: tiene un manejo experto de los medios de comunicación, posee un arsenal inacabable de artillería mediática y ocupa una posición intermedia entre el mandatario y el famoso que le permite todo tipo de excesos verbales. La candidatura demócrata tiene muy difícil luchar contra este tipo de comunicaicón política, sobre todo con un candidato, Joe Biden, que apuesta por representar una sensata figura de autoridad. Michelle Obama podría marcar la diferencia en este sentido, pues posee una autoridad moral incuestionable gracias a su trabajo en todo tipo de causas sociales y una oratoria energética y emocionante. Es incuestionable: la gente ama a Michelle. De hecho, ha vendido más de 11 millones de copias de sus memorias en todo el mundo.
Por el momento, lo único seguro de toda esta rumorología es que Michelle Obama ha repetido una y otra vez que no se ve entrando en política. En sus memorias lo ha escrito claramente: «Lo diré aquí directamente: No tengo ninguna intención de presentarme jamás a unas elecciones». Sí podemos esperar que respalde la campaña de Joe Biden, amigo personal de la familia Obama y Vicepresidente en las anteriores legislaturas demócratas, pues ya lo hizo en su momento con Hillary Clinton. Biden ha declarado esta semana que Michelle Obama sería su vicepresidenta ideal, pero a renglón seguido ha reconocido que «no tiene ningún deseo de volver a vivir cerca de la Casa Blanca». Sin embargo, la presión para impedir una nueva legislatura de Donal Trump es enorme. Alguien puede apelar a la responsabilidad patriótica de Michelle Obama y convencerla para intentar cambiar, el próximo noviembre, el curso de la historia.
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