El origen del vestido de mantua y el tontillo español, el ‘look’ que ha recuperado el distanciamiento social

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"¿Se pregunta cómo mantener dos metros de distancia con la gente? Un vestido de mantua combina distancia social y estilo. Llevado en la corte, el mantua estaba considerado como un estiloso look de día durante el siglo XVIII, pero pasó de moda en lá década de los 1750". Con este tuit, el Museo Victoria&Albert de Londres lograba hace unas horas dos cosas tan preciadas hoy como necesarias: arrancarnos una sonrisa y, de paso, invitarnos a recorrer –virtualmente, claro está– su importante colección de moda, en la que figura esta valiosa prenda que data de entre 1755 y 1760.

El vestido de mantua se empezó a llevar a finales del siglo XVII, cuando en las cortes europeas las damas comenzaron a preferirlo a la hasta entonces tradicional combinación de falda y corpiño. Este modelo en cambio era más suelto y, a su manera, cómodo. Realizado en seda, no se sabe con certeza si debe su nombre a que este material procedía fundamentalmente de la localidad italiana de Mantua y sus alrededores o a la palabra francesa manteau, ya que estaba confeccionado como si fuese un abrigo, con su manga larga y todo.

El mantua fue evolucionando paulatinamente hasta hacerse menos recargado, pero sus versiones iniciales, como ésta del Victoria&Albert, estaban profusamente bordadas. Cuentan que Luis XIV lo prohibió por considerarlo demasiado "informal" para los estándares de la corte francesa, pero ni el Rey Sol pudo impedir que el mantua se impusiese por toda Europa, y llegase incluso al Reino Unido. Y, por supuesto, a España, donde la corte lo adaptó a sus gustos. Y es que, a pesar de que a partir de 1650 Francia empezó a imponerse tanto política como culturalmente, en el Alcázar de Felipe IV se esforzaban por darle un toque español –tan austero com lujoso, gracias a la riqueza de sus telas, tal y como explica el doctor en Bellas Artes José María Bullón–.

El vestido de mantua resistió el embite de nuevas modas hasta la Revolución Francesa, más o menos. Precisamente ese año la reina María Luisa posó para Francisco de Goya con uno de estos trajes, realzado con un tontillo, que así se llamaba aquí el armazón interior para ahuecar las faldas. De origen holandés, era una especie de cilindro relleno de paja "que se ataba a la cintura baja para aumentar el volumen de la cadera", tal y como explica Bullón. Y pensar que ésta era la opción cómoda en lugar del guardainfantes, que se reservaba para las ocasiones especiales y las audiencias con el rey…


Esta moda por cierto revive de vez en cuando, aunque sea en forma de meme. Si quiere saber más sobre éste y otros estilos vestir del pasado, no hace falta que viaje a Londres: el Museo del Prado auspicia iniciativas tan interesantes como la Fashion Night de Radio 3.

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