El príncipe Alberto de Mónaco pasa la cuarentena aislado en los apartamentos privados del Palacio Real mientras que Charlène y sus hijos, Jacques y Gabriella, se han refugiado en su residencia de Roc Agel buscando protección frente a un posible contagio. Se encuentra bien, ya casi sin fiebre y cada vez con menos tos esperando una nueva prueba que le diga que ha superado el coronavirus y poder reunirse con su familia. Habla a diario con ellos, con la princesa y con los niños que le cuentan lo que hacen y cómo van sus clases online. Aun así, "sueño con volver a Charlène y a los mellizos la próxima semana" ha confesado por teléfono al diario italiano Corriere della sera en una entrevista en la que ha revelado que, como todos, la princesa Charlène se asustó cuando supo que el príncipe se había contagiado y le preguntó cómo había sido.
Alberto de Mónaco recapituló entonces sobre cómo podría haber ocurrido. Recordó que se había reunido con el ministro Serge Telle para departir sobre la emergencia sanitaria -dio positivo- y que en Londres entabló conversación con una señora que después supo que tenía el virus. En la capital británica, el pasado 10 de marzo, coincidió, además, con el príncipe Carlos. La prensa británica ha acusado al príncipe Alberto de haber contagiado el virus al hijo de Isabel II. El hijo de Raniero de Mónaco y Grace Kelly, sin embargo, confía que el príncipe Carlos, a quien desea una pronta recuperación, no piense igual: "Realmente no creo en que nos pasáramos la infección entre nosotros", ha dicho, y ha explicado que en la gala en la que coincidieron, Water Aid, estuvieron sentados "en lados apuestos de la mesa. Y ni siquiera intercambiamos un apretón de manos". Con el coronavirus ya pisando los talones a toda Europa, el príncipe británico saludó al monegasco uniendo sus manos en el pecho, como el Namasté indio. Después, no volvieron a verse.
Ahora que lo peor ha pasado, agradece que el COVID-19 no le llegara con toda su fuerza. Hasta que el test dé negativo y mientras dura su cuarentena, recibe atención médica diaria y varias personas le ayudan con la limpieza, la cocina y el trabajo que ha seguido realizando a pesar del contagio. En el Palacio de Mónaco, sin embargo, el personal se ha reducido a la mitad tratando así de contener la propagación del virus. El príncipe se pone serio cuando se refiere a los peligros del COVID-19 y pide a los ciudadanos que sean responsables y se queden en casa, también a los jóvenes que no están libres de las peores consecuencias del coronavirus como ha evidenciado la muerte de un chico de 16 años en París esta semana, ha recordado el royal monegasco que ha enviado su cariño a quienes sufren la pandemia más de cerca. Admite que es un sacrificio, sobre todo para aquellas familias con hijos que viven en apartamentos pequeños, muchísimo más reducidos que sus estancias privadas en el Palacio donde siente un privilegiado, pero "el aislamiento y la limpieza son las únicas armas que tenemos, y debemos seguir escrupulosamente las directrices sanitarias" para combatirlo.
El príncipe aboga por la idea de que el Banco Central Europeo emita eurobonos para amortiguar la crisis como han pedido países como España, Italia, Francia, Bélgica o Portugal. Suspendido el Gran Premio de Fórmula 1 y pospuestos los Juegos de Tokio 2020, el príncipe ya piensa en su inauguración en el verano de 2021 como "la celebración del regreso a la normalidad después de la pandemia". Defensor de la sostenibilidad y el medio ambiente, quiere verle la parte positiva a la crisis mundial que ha vaciado las calles de coches, reducido el consumo de energía por parte de la industria y los desechos contaminantes, y confía en que tras ella cambie "nuestra actitud mental, finalmente nos abrirá los ojos sobre la importancia de nuestra salud. Y no hay salud sin un medio ambiente saludable".
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