En París, las chicas tampoco salen (mucho) de casa. Pero, a diferencia de las españolas, las parisinas no intentan planificar su nueva rutina diaria para que les de tiempo a cocinar sano, a hacer yoga por las mañanas y abdominales por la tarde, a ordenar el armario y mirar con perspectiva y sensatez la abundancia que habita en este, a ver esa serie de los noventa que tantas veces le han recomendado y a conectarse por la noche a la videollamada a cuatro que sus amigas (extranjeras) proponen vía Whatsapp. Eso no va con ellas. Ellas simplemente se dedican a abrir todas la ventanas por la mañana y a acurrucarse en el sofá por las tardes con un libro antiguo, una copa de vino y un cenicero que acumula cigarros como se acumulan horas en estos días sin nombre, tiempo y espacio. Algunas pondrán música de fondo en el tocadiscos (Serge Gainsbourg, quizá) y otras tantas encenderán velas cuyo aroma sustituya – o intente sustituir – al que dejaban las flores frescas que ya no pueden comprar con tanta frecuencia.
Lo dicho: cero estrés. Y hacen bien: aburrirse puede ser, a veces, sanador. Y ahora también inusitadamente estiloso, pues el uniforme con el que las parisinas más chic matan las horas ha resultado ser el más a la moda de estos últimos días de marzo. También el que con más facilidad y pericia emularemos las demás nacionalidades ya que se construye con dos prendas que muy probablemente tenemos en el armario pues aterrizaron en la moda hace ya unos meses.
© Cortesía de Rouje
¿Acaso hubo chica en el mundo que este pasado otoño/invierno no incluyera – o rescatara – en su vestidor una chaqueta de punto de estética retro? El cárdigan fue la nueva americana, la nueva gabardina, la nueva cazadora biker. Lo fue todo: la nueva y eterna tendencia que regresa puntualmente todos los inviernos, por impulso de las parisinas con Jeanne Damas y su marca Rouje a la cabeza, de las tiendas de ropa de segunda mano o de las abuelas del mundo. Pues bien, esta chaqueta que con tanta previsión compramos en enero ahora nos servirá de bata o de batín combinando con los vestidos lenceros (ojo, o camisones) que o bien ya atesoramos o bien podemos adoptar en las novedades de Zara, Oysho y Mango.
© Cortesía de Zara y Rouje; Creatividad de Mar Lorenzo Sales
Vestido lencero de Zara. Comprar.
En diciembre de 2019, la chaqueta de punto (parisina) se postulaba como sustituta de la americana y pugnaba por colarse en los estilismos de noche y de fiesta. Hoy, sin embargo y contra todo pronóstico, se mimetiza con el mundo y acepta su nuevo rol: el de complemento ideal para estos días de sofá, manta, libro y hogar. Nosotras – que como buenas fashionistas estamos más que entrenadas para lidiar con el cambio – aceptamos esta permuta estilística sin rechistar y con muchas ganas de convertirnos en la parisina más estilosa del mundo sin salir de nuestro apartamento. Cuando podamos, saldremos a la calle a enseñar al resto de la gente que el estilismo más a la moda de la primavera en realidad ya estaba inventado. De momento, os lo chivamos a vosotras. Pasad el mensaje a vuestras mejores amigas, pavoneaos frente a la cámara del móvil cuando hagáis videollamada grupal. Ah, y que no se enteren las parisinas.
Aquí están los nueve vestidos (lenceros, satinados y efecto camisón) de Zara, Mango y Oysho que tan bien se llevarán con el cárdigan de punto que marcó el camino de las tendencias del 2020.
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