Lucia Bosé (Milán, 1931), que ha fallecido este lunes en Madrid víctima del coronavirus, aseguraba que lo recordaba todo. Esa memoria hiperbólica le permitía contar hasta el último detalle de lo que sucedió el día de su nacimiento. También relatar como si fuera el parte de guerra lo que vivió en su ciudad natal durante el asedio y los bombardeos de los aliados en la Italia fascista. Sobrevivió a la miseria, el miedo e incluso un intento de violación de un soldado alemán cuando tenía solo 12 años.
Cuando los aliados liberaron su país, ella ya se había convertido en una mujer capaz de fascinar al mismísimo Luchino Visconti. El director de ‘Rocco y sus hermanos’ o ‘El Gatopardo’ la vio en una pastelería, sirviendo unas castañas confitadas, y le advirtió de que era un «animal cinematográfico». Fue el primero en darse cuenta, pero pronto siguieron los demás. Elegida Miss Italia en 1947, estaba llamada a disputarse con Claudia Cardinale, Gina Lollobrigida o Sophia Loren ser uno de los rostros del neorrealismo.
No he llegado más lejos en el cine porque me he reservado la mitad de mi vida para mí»
Pero en su vida se cruzó primero un ciclista y luego un torero. El director Juan Antonio Bardem, tío de Javier, la requirió para interpretar en España ‘Muerte de un ciclista’. Llegó solo con una advertencia: cuidado con Luis Miguel Dominguín. La fama de seductor del matador traspasaba fronteras. De hecho, su romance con Ava Gardner llegaba hasta Las Vegas, donde Sinatra moría de celos.
A pesar de la malísima primera impresión que le produjo Dominguín, a los pocos meses de conocerse hasta la capital del juego viajaría la pareja para casarse. Cuando la novia se lo fue a contar a su madre, la suegra respondió aterrada: la noticia había cruzado el charco a una velocidad insólito para ser 1955. Sin embargo, en España, se hacía lo posible por ocultar esa información. Dominguín era íntimo de Franco y había que organizar lo antes posible una ceremonia en condiciones para no comprometer la integridad católica apostólica y romana del régimen.
Lucia Bosé también tenía buena memoria para enumerar las infidelidades de Dominguín. Llegó a decir que era la campeona de los cuernos en España. De hecho, incluso su matrimonio estaba marcado por ellos: Ava Gardner, despechada de Luis Miguel, se fue con Walter Chiari, un galán que había estado enamorado antes de la italiana. En 1967 tomó la decisión de separarse, aunque no llegaron a divorciarse. Contaba gráficamente que le dijo «vete a la mierda» y amenazó con «pegarle un tiro» si le quitaba a sus hijos. Tuvo la valentía de enfrentarse a «El Torero», al que ya siempre se refirió con ese nombre, pero también a todo un país, que alababa la bravuconería patria.
A pesar de que la actriz era parte del paisanaje nacional, muchos seguían percibiéndola como a una extranjera. Paradojas, no renunció a su identidad para convertirse en la ‘mamma’ de la dinastía más apasionante y apasionada que ha dado la España desde la mitad del S XII. Desafiando brechas generacionales y modas, fue la madre de Miguel Bosé, la abuela de Bimba y, para los ‘millennials’, la bisabuela de Dora Postigo. También suegra temporal de personalidades como Ana Obregón o José Coronado.
Amiga y compañera de juergas de Lola Flores y la duquesa de Alba, de Picasso y de Luis Buñuel, a ese nivel hay que situar a Lucia Bosé para hacerle justicia. Si su trascendencia no fue más pública, quizá ella, en uno de esos arranques de diva divina, lo explicó mejor que nadie: «No he llegado más lejos en el cine porque me he reservado la mitad de mi vida para mí».
Prefirió tener línea directa con los ángeles, a los que consagró un museo incomprendido y la última etapa de su vida. Lucia Bosé guardó a buen recaudo esas experiencias íntimas. Igual que sus recuerdos. Ella, que había sido protagonista y testigo directo de las últimas siete décadas de este país, no será olvidada. Su buena memoria ha pasado a ser nuestra memoria histórica.
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