El pelo liso tabla ha sido desterrado en favor de los rizos, las ondas, las permanentes ochenteras y demás versiones onduladas, así que si siempre has renegado de tu pelo porque era mediterráneo –bonito eufemismo–, ahora estás de suerte.
Las ondas dan movimiento a la cabellera, aportan volumen y un aspecto que puede ir de lo natural hasta las ondas al agua más sofisticadas. ¿Lo malo? Normalmente los cabellos ondulados necesitan más cuidados que un pelo liso para lucir perfectos.
De hecho, el mayor problema con el que te vas a encontrar es el encrespamiento, así que conviene que te familiarices con tratamientos de styling que sellen la cutícula y rebajen el frizz, especialmente si vas a estar en un ambiente húmedo.
Otro de los grandes hándicaps de este cabello es que suele estar deshidratado y es más fácil que se abran las puntas. Evítalo usando mascarillas de manera habitual.
Y si te has lanzado al pelo afro, extrema tus cuidados y cúbrete la cabeza con un pañuelo de seda cuando te vayas a la cama para que no se desbarate, tengas doble trabajo por la mañana y lo dañes innecesariamente.
Además, para conservar las ondas y que no se deshagan, lávate el pelo con un champú especialmente indicado para el pelo rizado.
Yi no quieres romperlo a la hora de peinarlo, conviene que te hagas con un spray para desenredar y con un peine de púas anchas para no dañar la fibra.
¿El toque maestro? Sécatelo, poniendo la cabeza hacia abajo, con el secador, no al aire libre para evitar que quede aplastado. Y si quieres darle un plus de volumen, usa el difusor.
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