Hoy, Harvey Weinstein ha sido sentenciado a 23 años de cárcel. La sentencia se acerca mucho a la pena máximo por los tres delitos sexuales por los que había sido condenado por un jurado popular hacía tres semanas.
La última apelación de sus abogados, que pedían cinco años para el productor basándose en sus "obras de caridad" y tratando de dar lástima, ha caído en saco roto. En parte, porque como hemos podido saber por los documentos desvelados tras el juicio, el verdadero Weinstein no era ese esbozo de pobre hombre en andador. Era un ser "inmoral e inhumano", en palabras de su propio hermano, Bob Weinstein.
Un depredador sexual y amoral, que lo mismo arremetía contra actrices del sector, que suplicaba a Jeff Bezos, Tim Cook, Michael Bloomberg y otros ricos y poderosos (que le ignoraron) que lo ayudasen a conseguir una segunda oportunidad. A los que les decía cosas como "muchas de las acusaciones contra mí son falsas", en la que quizás sea su único reconocimiento de culpabilidad: "muchas" (a lot) no es "todas". O incluso proponía montar una nueva "obra de caridad": la Clínica Harvey Weinstein para Víctimas de Abusos Sexuales, en el colmo de la inhumanidad.
Pero el caso de Jennifer Aniston es el que mejor descrbie la mezcla de inmoralidad y desprecio a la verdad: después de que un diario sensacionalista se pusiese en contacto con Weinstein afirmando que iban a publicar un reportaje en el que la actriz denunciaba tocamientos por parte de Weinstein -algo que Aniston negó públicamente-, el productor escribió un correo a su representante diciendo que "A Jennifer Aniston tendrían que matarla". ¿Fecha del correo? Finales de 2017, cuando el caso Weinstein ya había estallado públicamente y empezaba el cerco judicial.
Una actitud que hizo que su propio hermano, Bob, le dirigiese por email unas durísimas palabras por su actitud y por defender, incluso a su propio hermano, la farsa de que todas sus relaciones habían sido consentidas, algo que Bob Weinstein no creyó ni por un momento. TRas censurarle por ser incapaz de reconocer "todo el dolor que has causado", le maldecía al final de su misiva: "Rezo porque haya un infierno de verdad. Porque es el lugar al que perteneces". Uno, que de momento, y durante los 23 próximos años, empieza en Rikers Island.
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