Corinna zu Sayn-Wittgenstein ponía contra las cuerdas a la casa real la semana pasada al declarar a través de su abogado que los fondos millonarios presentes en la cuenta de la alemana investigada por la Fiscalía helvética habían sido un regalo del rey Juan Carlos para ella y su hijo “con los cuales se había encariñado”, y en concreto, como agradecimiento a la empresaria por haberlo cuidado durante los varios años en los que había empeorado su salud, citaba El País. Hoy, a esta revelación se suma una investigación de OKDiario que afirma que otra mujer del entorno del emérito habría recibido una donación de tipo similar desde “la misma cuenta de la offshore panameña Fondation Lucum en el Banco Mirabaud” a través de testaferros. El nombre de la supuesta beneficiaria: Marta Gayá. Una información en la que el periodista Manuel Cerdán recuerda que Gayá, residente en Ginebra, precedió a Corinna en los afectos reales. "Ella está en Suiza y todo lo que se publica le trae sin cuidado", nos dice uno de sus confidentes. "Por lo que respecta a la prensa y a sus amigos, el asunto con don Juan Carlos no existe", añade. "De nerviosa, nada".
La amistad entre el rey y Gayá (Palma de Mallorca, 1971) saltó a los medios en la década de los noventa después de años de rumores. El 31 de agosto una portada de Época firmada por el periodista Juan Luis Galiacho puso finalmente blanco sobre negro a la misteriosa amiga del rey, a quien éste habría conocido durante sus veraneos en la Isla. La portada cambió sus hábitos. Lo que hasta enconces conocían uno o dos de sus íntimos pasó a ser de dominio público. Gayá se esfumó. Empezó a viajar por el mundo, aunque mantuvo su finca en Mallorca, su piso en el paseo marítimo de Palma y otro en Madrid decorado con muebles modernos de firma y obras de arte, especialmente del pintor Ramón Canet.
Gayá, hija de un empresario inmobiliario local, frecuentaba a los Butifarras, la alta sociedad balear, desde niña. Ya separada del ingeniero Juan Mena, con quien estuvo casada durante cuatro años y vivió en Málaga, se convirtió en miembro destacado de la denominada "corte flotante", la pandilla de verano de don Juan Carlos que capitaneaba su compañero de estudios en el internado de los Marianistas en la ciudad suiza de Friburgo: el príncipe georgiano Zourab Tchokotua. Unas compañías que preocupaban al entonces jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo. Zu, como se le conocía, falleció el julio año pasado en Marruecos, donde vivía hacía años. Estaba siendo investigado en el marco del Caso Pujol por un supuesto cobro de comisiones para una obra ferroviaria en el reino alauita. Antes, en la década de los setenta, se había sentado en el banquillo por una estafa inmobiliaria en unas viviendas de protección oficial en Mallorca. Fue absuelto por la Audiencia Provincial de Palma en 1992.
A Gayá no se le conocen negocios y tan solo ejerció como decoradora para un par de amigos tiempo atrás, ya que estudió Interiorismo en Barcelona. Sus íntimos destacan que tiene "muy buen gusto". También que es muyconservadora, cálida, amable y generosa, y que protege mucho a su círculo. "Le encanta el mar", nos contó un allegado. "Por lo demás, es bastante banal".
A diferencia de otras amistades femeninas del rey, Gayá ha destacado por su discreción. Jamás ha buscado la notoriedad. Si alguien le ha insinuado que mantenía algún tipo de relación con don Juan Carlos, ha cortado por lo sano. Siempre se ha presentado en sociedad sola –en bodas como la de Martina Jáudenes, ahijada de Felipe VI, o en la fiesta de verano anual de los Völkers– sonriente, elegantemente vestida –"es muy guapa y muy simpática", cuentan– y con su sempiterno bronceado. En los círculos que frecuenta se ha ganado el apodo de La Negra por su tono de piel, que consigue entre aguas baleares, por donde navega en verano en su barco –solo pasa el estío y las vacaciones de Pascua y Navidad en Palma–, y las estaciones de esquí más exclusivas de Suiza. La ‘dama del rumor’, como se refería a ella la revista Época, vive casi todo el año en el país alpino, entre las localidades de Ginebra, Saanen y Gstaad.
Los suyos han cerrado filas en torno a ella. Una mecenas amiga suya llegó a recomendar "prudencia" a esta revista cuando publicamos un reportaje sobre Gayá, a quien una de las fuentes consultadas describía así: "Es muy valiente y estupenda, con una gran humanidad". Pero, a pesar de todo, Gayá no ha podido evitar su salto a la palestra. Y no solo en la década de los noventa, cuando se empezó a especular con la naturaleza de su amistad con el rey, a quien en su entorno llaman "el alto rubio". Hace tres años salieron a la luz unas grabaciones del CESID, el antiguo CNI, en las que don Juan Carlos se refería a ella como ‘my girl‘, su "chica". "Nunca he sido tan feliz", presumía el monarca. También en 2017 OK Diario publicó unas instantáneas de Gayá y el rey en Irlanda. Al parecer, su amistad se estrechó de nuevo cuando, en 2016, Corinna salió de la vida de don Juan Carlos. Aunque, como nos contaron en su día sus íntimos, "la relación nunca acabó. Pero lo que queda ahora, a estas edades, es amistad. Complicidad". Una "complicidad" a prueba de escándalos. ¿Lo estará su lealtad?
Fuente: Leer Artículo Completo