La relevancia mediática desde hace varios años de Corinna en nuestro país por su relación con el rey Juan Carlos puso en la conversación a una de las sagas dinásticas más relevantes de los últimos siglos, a raíz del segundo marido de la empresaria, el príncipeCasimir zu Sayn-Wittgenstein. Tras su divorcio, Corinna ha mantenido el apellido zu Sayn-Wittgenstein, símbolo de una saga centenaria, al igual que defiende su derecho a seguir utilizando el título de princesa, un punto en disputa.
Los Sayn-Wittgenstein-Sayn son una de las familias de nobles más antiguas de Alemania. Según la web del castillo de Sayn, residencia ancestral de la familia en el estado federado de Renania-Palatina, sus orígenes se remontan al siglo XVIII, aunque la casa principesca del exmarido de Corinna procede de una partición del condado de Sayn-Wittgenstein en 1607. Otra rama sería la de los Sayn-Wittgenstein-Berbelurg, encabezada hasta 2017 por el príncipe Ricardo, el marido ya fallecido de Benedicta de Dinamarca y cuñado de la monarca danesa.
En el caso de los Sayn-Wittgenstein-Sayn, es el príncipe Alexander, exsuegro de Corinna, quien ocupa la jefatura de la casa, y de ahí que fuera él quien emitiera el referido comunicado de 2017 para desvincular a su exnuera de la familia. Nacido en Salzburgo en 1943, el príncipe trabaja como vicepresidente de Europa Nostra, una ONG dedicada a la conservación del patrimonio cultural y natural europeo, y tiene seis hijos con su esposa, la condesa Gabriella: Heinrich, Alexandra, Casimir, Filippa, Ludwig, Sofía y Peter. Todos príncipes, ya que aunque la nobleza alemana quedó abolida en 1919 se permitió que los títulos pasaran al apellido y, de esa manera, siguieran transmitiéndose a los hijos.
Será el príncipe Heinrich, de 49 años, quien herede la jefatura de la casa cuando su padre muera. En Alemania, el excuñado más conocido de Corinna probablemente sea sin embargo la princesa Filippa, fallecida en 2001 en un trágico accidente de tráfico en Inglaterra. Tenía solo 21 años y acaba de casarse con el conde italiano Vittorio Mazzeti d’Albertis en Florencia, donde trabajaba como ayudante del fotógrafo de moda Roberto Sisini –fallecido en el mismo accidente–. Poco después de su muerte, el príncipe Alexander y la condesa Gabriella descubrieron por casualidad unos diarios de su hija y decidieron publicarlos en un libro que acabaría siendo uno de los más leídos en Alemania.
En España, por el contrario, es el príncipe Casimir el miembro de la casa que más ha dado que hablar por el matrimonio que tuvo con Corinna. Apodado en algunas revistas como "el príncipe hipster" por su frondosa barba, es doce años más joven que la antigua amiga del rey, una diferencia de edad que al parecer hizo desconfiar a sus padres: ni el príncipe Alexander ni la condesa Gabriella asistieron a la boda de su tercer hijo con Corinna, celebrada en Londres en el año 2000.
Cinco años después, y tras el nacimiento de su único hijo en común, Alexander, el matrimonio se rompía y los tabloides británicos comenzaban a hacerse eco de las nuevas conquistas del príncipe Casimir, conocido en la sociedad de Reino Unido por su amistad con otros aristócratas como lord Frederick Windsor, uno de los primos de la reina Isabel II. Al exmarido de Corinna se le relacionó con la ya difunta condesa Celia von Bismarck, con la modelo Amanda Cronin… Hasta que el verano pasado dejaba otra vez de estar soltero y se casaba con Alana Bunte, una modelo californiana con la que espera un bebé.
Dedicado en Londres a una empresa de compra y gestión de fincas agrícolas, Casimir ya tenía relación con España antes de que se conociera la relación de su exmujer con don Juan Carlos. El príncipe ha estado emparentado con la familia del conde de Romanones, ya que Luis de Figueroa y Griffith –hijo de la condesa Aline Griffith y hermano del actual conde de este título– estuvo casado con una tía de Casimir, la princesa Theresia zu Sayn-Wittgenstein. Según la web de su empresa, el príncipe habla con fluidez español, un idioma que en 2015 pudo practicarcon gente comoFernando Martínez de Irujo o Alonso Aznar durante una velada organizada en Ibiza por el empresario argentino Juan Pepa.
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