Hace tiempo que en la casa de campo de Xirivella se acabaron los domingos que organizaba Juan Cotino para invitar a familia, amigos, políticos, empresarios y periodistas. Ni siquiera eran un secreto, porque en los años buenos –aquellos en los que el PP gobernaba en Valencia con mayorías absolutas– no había que esconderse de nada y por eso, el entonces presidente de las Cortes Valencianas colgaba fotos y vídeos sobre cómo preparar la paella con la que agasajaba a sus visitas.
Entre ellas, no solía estar otro peso pesado de la política valenciana, Eduardo Zaplana, con quien siempre se comentó que se llevaba muy mal. Sin embargo, sus familias y ellos mismos, tendrán que verse las caras en las próximas semanas, cuando en abril empiece el juicio por el Caso Erial, en el que se investigan presuntos sobornos a cambio de adjudicaciones de las ITV y el Plan Eólico Valenciano.
No es el único asunto judicial que acosa a Cotino, nacido en Xirivella en 1950, hijo de una familia de empresarios del sector ganadero y agrícola que vio aumentar su fortuna en los años que él se dedicó a la política. Estos días, distintos implicados en la trama Gurtel han reconocido que hubo contratos fraudulentos y cobro de comisiones en la organización de la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia. Ocurre pocos días antes de que empiece el juicio, por lo que algunos están llegando a acuerdos con la fiscalía que la antigua Radio Televisión Valenciana (RTVV) subcontrató de forma fraudulenta a una empresa pantalla de la red de Francisco Correa los servicios de pantallas gigantes o megafonía para seguir al Pontífice que se pagaron al exagerado precio de 7,5 millones de euros de los que luego se repartieron 3,3 millones en comisiones ilegales.
En el centro de la operación, Juan Cotino, que entonces ejercía como consejero del Consell del presidente de la comunidad Francisco Camps.
Religioso y familiar
De la vida personal de Juan Cotino se sabe poco, aunque sí ha trascendido que es miembro numerario del Opus Dei y que ejercía como máximo representante de lo que se conoció en los años 90 como el "PP cristiano". De él se contaba que cada vez que cambiaba de cargo, lo primero que hacía era colgar un crucifijo en su despacho. Y tuvo varios: desde el que le dio José María Aznar como director general de la Policía de 1996 a 2002 hasta el de conseller de la Generalitat Valenciana, donde también fue presidente de las Cortes.
En la actualidad su vida es algo distinta. Como además de político nunca dejó de ampliar las empresas familiares, hoy se ven involucrados junto a él en el caso Erial su hermano Vicente y el hijo de éste, que se llama igual. Viven todos en la casa de campo en Xirivella y están muy unidos, lo que recuerda a la manera de proceder de la desaparecida Rita Barberá, aunque en el caso de Cotino –como suele ocurrir con la reputación personal de los hombres– no se han comentado ni hecho circular tantos rumores sobre su vida privada como ocurrió con la ex alcaldesa. Los dos siempre solteros y muy apegados a su familia, también en los negocios (Sedesa es la empresa investigada por acumular contratos públicos en los años que Cotino estaba en activo), algo que ha hecho que hermanos, sobrinos y cuñados estén implicados en los mismos casos que ellos.
Polémico
A pesar de su fe, Cotino protagonizó algunos episodios políticos que lo pusieron en la picota mediática. Como el día que le espetó a la entonces diputada de Compromís Mónica Oltra: "Me avergonzaría de tener una hija como usted, pero como posiblemente no lo conoce…" Lo dijo siendo vicepresidente de la Generalitat y luego pidió disculpas. No lo hizo cuando achacó el aumento de los índices de criminalidad al aumento de la inmigración en España. "Nadie me va a poner una mordaza", dijo cuando se le criticaban declaraciones de ese tipo en un gesto que lo vuelve a alinear con Barberá, siempre desafiante con los medios.
Otro de los momentos oscuros de su carrera fue a cuenta del accidente del metro de Valencia en el que murieron 43 personas. Formó parte de la comisión de investigación y algunas familias lo denunciaron por ofrecerles trabajo y ayuda a cambio de no acudir a los tribunales. Ahora es a él a quien le espera un año movido en los juzgados.
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